María Teresa Araújo, de la congregación de las Siervas de
la Pasión, misionera en Camerún, agradece de corazón a sus paisanos de Ourense
– ella es natural de Vilar del Barrio - toda la ayuda espiritual y material que
le ha llegado desde su tierra. Comparte, además, sus impresiones en esa misión
africana:
“Cuando la superiora me lo propuso, nunca había pensado
ir a misiones... pero acepté. Y no me arrepiento. Es cierto que hoy vivimos muy
pegados a la familia, y que esa ruptura es difícil, pero la fuerza necesaria,
te la da Dios cada día. Y más, para que sobre. Incluso diría que a lo que más
me costó adaptarme, ¡es al clima! La cultura es muy diferente, el idioma
difícil, pero lo que me sigue costando es el intenso calor.
En mi comunidad en Camerún estamos cuatro hermanas: tres
que son nativas de allá, y yo. También tenemos empleados a seglares nativos.
Atendemos a más de 400 niños... todo empezó con el centro nutricional, ya que
hace años había una desnutrición muy severa. Acogíamos a madres solas, con sus
niños, y las sacábamos adelante. Después surgió la guardería, con esas mismas
madres, que ayudaban a cuidar a los niños pequeñitos. Después preescolar,
primaria... hemos ido ampliando servicio porque hay muchos niños, para poder
atenderlos a todos lo mejor posible.
Al pensar en las principales necesidades, tanto materiales
como espirituales, me vienen siempre a la cabeza las sectas: allá hay muchas
sectas, cada día surgen otras nuevas. Se aprovechan de que están buscando
trabajo, o del miedo a la brujería, y les prometen muchas cosas, pero luego
todo es un engaño, y les resulta muy difícil salir. Sin embargo, tengo que
decir que a nosotras nos respetan mucho, la gente en Camerún no va contra la
Iglesia, tiene mucho respeto.
En definitiva, me he ido muy lejos, pero es el mismo
Dios, el servicio es el mismo. Y cuando vengo a Ourense, y noto la enorme
implicación espiritual y material de esta Diócesis con las misiones, me siento
feliz, ¡si incluso los niños amigos de los misioneros de Santiago de As Caldas
nos escriben por Navidad! Así pues, que sirva esta carta, para dar gracias,
gracias de corazón, a los ourensanos por su generosidad.”