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23 de octubre de 2012

Cuatro años de vida de la diócesis de Rutana, Burundi, con la cercanía de las Obras Misionales Pontificias


En 2009, coincidiendo con la vuelta a Burundi de miles de ex refugiados burundeses que regresaban a su patria tras años de exilio en la vecina Tanzania, se creaba la diócesis de Rutana, que coincide con la provincia del mismo nombre. Desde la pobreza y la falta de recursos la Iglesia en Rutana ha podido acompañar estos años a la población local y afrontar con ella los grandes desafíos de acceso a la tierra, al alimento, de aprender a convivir. Son 170.000 católicos en un territorio dividido en 11 parroquias. El esfuerzo de la diócesis y de las comunidades de religiosos y religiosas ha permitido mejorar notablemente la producción de alimentos, y ya no son sólo los frijoles y el lenga-lenga, una verdura muy típica en esta región, la única fuente de alimentación. El obispo, Mons. Bonaventure Nahimana, ha contado estos años con la aportación personal de varias congregaciones religiosas que han ido estableciendo nuevas comunidades en Rutana. Cuando se fundó la diócesis la presencia de misioneros se limitaba a una parroquia confiada a sacerdotes polacos y a varias hermanas carmelitas también polacas… Hoy el número de misioneros ha aumentado, también provenientes de otros países de África.
La diócesis, lógicamente, está todavía en sus inicios por lo que ha contado siempre con la ayuda directa de las Obras Misionales Pontificias que, gracias al DOMUND, año tras año, han ayudado en sus primeros pasos a la Iglesia en Rutana. La aportación enviada durante estos últimos meses ha sido de 138.000 dólares. Esta cantidad se está destinando a las necesidades más urgentes, como la alimentación del clero y de algunas comunidades religiosas, la construcción de las iglesias de Ruhinga y Kayero, ayudar en la terminación del convento de unas religiosas en Kivoga… por lo que, al final, toda ayuda es poca… Pero la labor de la Iglesia se va haciendo notar a nivel material y espiritual: las comunidades cristianas florecen y aumentan las vocaciones, la labor social de los religiosos y religiosas, y de las instituciones y voluntarios cristianos van mejorando la situación de la población.