El cadáver del sacerdote greco-ortodoxo, padre Fadi Jamil
Haddad, párroco de la iglesia de San Elías en Qatana, fue encontrado hoy en el
barrio de Jaramana (al norte de Damasco), no muy lejos del lugar donde fue
secuestrado, el 19 de octubre por un grupo armado no identificado.
Lo ha confirmado a la agencia vaticana Fides un miembro
de la comunidad greco-ortodoxa del padre Haddad, pidiendo el anonimato.
“Su cuerpo fue horriblemente torturado, llegando a
sacarle los ojos --declaró entre lágrimas e Fides--. Es un acto puramente
terrorista. El padre Haddad es un mártir de nuestra Iglesia”.
Sobre las responsabilidades del terrible acto se están
lanzando acusaciones entre las fuerzas de la oposición (que acusan a las
milicias fieles al régimen) y las autoridades gubernamentales, que acusan a las
bandas armadas favorables a la rebelión armada.
Los secuestradores habrían pedido a la familia del
sacerdote y a su Iglesia un rescate de 50 millones de esterlinas sirias (unos
550.000 euros). Sin embargo, fue imposible encontrar el dinero y satisfacer
esta demanda tan exorbitante.
Una fuente consultada condena “la terrible práctica,
presente desde hace meses en esta sucia guerra, de secuestrar y luego matar a
civiles inocentes”.
Entre las diversas comunidades cristianas presentes en
Siria, la greco-ortodoxa es el más grande (con casi medio millón de fieles) y
se concentra principalmente en la parte occidental del país y en Damasco.