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25 de octubre de 2012

Uno de los destinos de la recaudación del DOMUND: ayudar a los obispos, sacerdotes y misioneros ancianos


Uno de los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia en los territorios de misión es el cuidado de los obispos, religiosos y religiosas, sacerdotes, misioneros, que tras dedicar su vida a la misión, llegan a una edad avanzada. Este es otro de los destinos del dinero del DOMUND, que no tiene el “glamour” de la ayuda a hospitales, a orfanatos, a centros de acogida… pero que es un deber de gratitud. En África, sobre todo, donde la “seguridad social” es, en realidad, una labor que lleva acabo la familia numerosa que cuida a sus ancianos, la Iglesia, como no podía ser de otro modo, es la verdadera familia de los sacerdotes y obispos ancianos.
Las Obras Misionales Pontificias, gracias al DOMUND, destinan fondos para colaborar en sus cuidados y también para la construcción y rehabilitación de casas que acojan a estos misioneros, religiosos y sacerdotes. Es el caso de los 10.000 dólares enviados a Malanje para adecuar una residencia para el arzobispo emérito de esta diócesis de Angola. El arzobispo emérito, Mons. Luis María Pérez de Onraita, un misionero navarro que ha pasado 50 años en Angola, solicitó esta ayuda el año pasado. A pesar de haber presentado su renuncia como es preceptivo al cumplir los 75 años, el Papa consideró que su presencia era necesaria en Malanje y no se la aceptó hasta este pasado mayo, cuatro años después. La pequeña residencia de Mons. Pérez de Onraita es un inmueble propiedad de la archidiócesis de Malanje, que necesitaba una urgente intervención para arreglar las puertas, el techo y pintarla.
Otro ejemplo de este tipo de ayudas del DOMUND es la construcción de la residencia para sacerdotes ancianos en Ruyigi, Burundi. Este año se han destinado 30.000 dólares, pero se prevé que el próximo año también reciba ayuda. La residencia acogerá a los obispos eméritos y a los sacerdotes mayores y contará con su pequeño almacén, cocina, comedor, capilla, habitaciones… Estará en la misma cabecera de la diócesis, Ruyigi, una población de unos 40.000 habitantes, en la que estos sacerdotes mayores podrán seguir con su ministerio si así lo desean y se ven posibilitados para ello.