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30 de noviembre de 2012

En marcha la nueva casa de las Hijas de la Caridad en la República Centroafricana


Sor Remedios López, Hija de la Caridad, en Kigali, Ruanda, agradece la colaboración de todos con la labor de los misioneros que, como ella, parten de sus hogares, para llevar el Evangelio, en este caso a la República Centroafricana.
“Vosotros hacéis posible los diferentes servicios que los misioneros realizamos en los lugares donde la Divina Providencia nos ha enviado. Me llamo Remedios, soy Hija de la Caridad, nacida en Andalucía. Mi madre y mis hermanos viven en Málaga y yo llevo 17 años en Rwanda. En realidad nuestra Provincia de Hijas de la Caridad en esta zona de África estaba compuesta por dos países Burundi y Rwanda desde 1973 hasta el mes de junio de este año en que decidimos dar respuesta a la llamada urgente de la misión y hemos abierto una casa en la República Centroafricana.
Centroáfrica es un país enclavado en el interior del continente, muy pobre, mal comunicado. Nuestras Hermanas están en plena selva ecuatoriana, hacia el sur del país, a 140 km de la capital, Bangui, en la diócesis de M’Baïki. Un lugar muy aislado y extremadamente pobre. Allí trabajan en una Maternidad, un servicio de medicina preventiva y curativa, un programa de lucha contra el VIH-SIDA, una Escuela Infantil y Primaria y colaboran en la pastoral de la parroquia del Sagrado Corazón de SAFA. Yo soy enfermera de profesión y he trabajado mucho en centros de salud en Rwanda, en las zonas montañosas y de difícil acceso.
Por el momento, mi servicio es coordinar la misión de esos tres países, Burundi, Rwanda, República Centroafricana, visitar a las Hermanas, sostenerlas en sus muchas dificultades, animarlas en los momentos duros y también compartir las alegrías, las esperanzas que ellas encuentran en su relación con nuestros hermanos los más desheredados.
Me siento muy feliz de entregar mi vida al Señor, de compartir mi fe y mi alegría con los que me rodean y de estar, en estos momentos, al servicio de mis Hermanas, ayudándoles en todo lo que de mí depende para que puedan realizar un servicio de calidad al lado de los más pobres.
Trabajamos en colaboración con muchos de vosotros: voluntarios, organismos civiles y de la Iglesia y os agradezco de todo corazón vuestra aportación personal, moral y material, sin la cual no podríamos hacer realidad la misión ni la atención integral a la persona”.