Sor Remedios López, Hija de la Caridad, en Kigali,
Ruanda, agradece la colaboración de todos con la labor de los misioneros que,
como ella, parten de sus hogares, para llevar el Evangelio, en este caso a la
República Centroafricana.
“Vosotros hacéis posible los diferentes servicios que los
misioneros realizamos en los lugares donde la Divina Providencia nos ha
enviado. Me llamo Remedios, soy Hija de la Caridad, nacida en Andalucía. Mi
madre y mis hermanos viven en Málaga y yo llevo 17 años en Rwanda. En realidad
nuestra Provincia de Hijas de la Caridad en esta zona de África estaba
compuesta por dos países Burundi y Rwanda desde 1973 hasta el mes de junio de
este año en que decidimos dar respuesta a la llamada urgente de la misión y
hemos abierto una casa en la República Centroafricana.
Centroáfrica es un país enclavado en el interior del
continente, muy pobre, mal comunicado. Nuestras Hermanas están en plena selva
ecuatoriana, hacia el sur del país, a 140 km de la capital, Bangui, en la
diócesis de M’Baïki. Un lugar muy aislado y extremadamente pobre. Allí trabajan
en una Maternidad, un servicio de medicina preventiva y curativa, un programa
de lucha contra el VIH-SIDA, una Escuela Infantil y Primaria y colaboran en la
pastoral de la parroquia del Sagrado Corazón de SAFA. Yo soy enfermera de
profesión y he trabajado mucho en centros de salud en Rwanda, en las zonas
montañosas y de difícil acceso.
Por el momento, mi servicio es coordinar la misión de
esos tres países, Burundi, Rwanda, República Centroafricana, visitar a las
Hermanas, sostenerlas en sus muchas dificultades, animarlas en los momentos
duros y también compartir las alegrías, las esperanzas que ellas encuentran en
su relación con nuestros hermanos los más desheredados.
Me siento muy feliz de entregar mi vida al Señor, de
compartir mi fe y mi alegría con los que me rodean y de estar, en estos
momentos, al servicio de mis Hermanas, ayudándoles en todo lo que de mí depende
para que puedan realizar un servicio de calidad al lado de los más pobres.
Trabajamos en colaboración con muchos de vosotros:
voluntarios, organismos civiles y de la Iglesia y os agradezco de todo corazón
vuestra aportación personal, moral y material, sin la cual no podríamos hacer
realidad la misión ni la atención integral a la persona”.