Mons. Ángel Floro |
El
sacerdote Emilio Calvo Callejo, de la Upa Cuéllar, en Segovia, ha tenido la
suerte de viajar a Zimbabwe, donde ha convivido con jóvenes de Gorwe, invitado
y acompañado por Isaac Benito, Delegado de Misiones de Segovia, que estuvo de
misionero en Zimbabwe 23 años.
“La
experiencia vivida allí ha sido enriquecedora a todos los niveles. Nada más
llegar fuimos recibidos en el aeropuerto por Mons. Ángel Floro, natural de
Albacete y obispo de la diócesis de Gokwe, que les acompañó durante la primera
semana. De su mano pudimos participar en la entrega de premios al estudio en un
colegio que tiene la diócesis para más de 500 niños. La alegría, la simpatía,
el silencio y el aguante ‘al sol’ de esos niños me marcó gratamente. ¡Qué
felices son con pocas cosas! En esos días visitamos varias misiones y a varios
misioneros. Conocimos la gran tarea pastoral que se realiza allí en medio de la
selva y de la pobreza. Destacar las escuelas y hospitales que tiene nuestra
Iglesia Católica y que da servicio a gente de todas las religiones.
Acompañados por Isaac, que hablaba la lengua nativa “Shona”, visitamos las
comunidades rurales fundadas por él, celebramos con ellos la Eucaristía en
varias ocasiones. Por cierto, fueron Eucaristías de más de dos horas, pero que
se hacían amenas debido a la participación de la gente, la música y el baile.
Eucaristías a las que participaban gente de todas las edades, especialmente
niños y jóvenes. Allí la gente no tenía prisa para ir a tomar el vermut. El
domingo es el día del Señor y día para compartirlo con la gente. Muchos
recorrían más de 5 o 6 kilómetros andando para participar en la misa.
Se veía
que era una Iglesia joven en la que se daba mucha importancia a la formación
cristiana (conocer y vivir la fe) y a la responsabilidad de los seglares y
laicos. Cabe decir que cada comunidad sólo tenía Eucaristía cada mes y medio o
dos meses, por eso la importancia de los seglares para dirigir la comunidad y
celebrar la Palabra el domingo.
La segunda semana la pasamos en otra diócesis:
Hwange. Allí nos acogió y acompañó el misionero segoviano Jesús María del
Barrio. Al que agradecemos su buena acogida. Era una zona más seca y más pobre.
Fue una semana para visitar misiones y misioneros y disfrutar de la hermosa
naturaleza de ese país: el lago Kariba, los animales salvajes del Parque
Nacional, los cocodrilos, los bahobas, las cataratas Victoria, etc... Si un
obispo nos recibió, otro obispo nos despidió. Es el caso de Mons. Alberto
Serrano, obispo de Hwange y natural de Zaragoza que nos alojó en su casa y nos
llevó en su coche al aeropuerto.
Muchas más cosas se podrían contar: las visitas a
los poblados y a las familias, al barrio de pescadores, etc... Cuando uno
visita o vive en estos lugares da mucho más valor a las cosas y a las personas.
Con pocas y malas carreteras, sin agua potable, con cortes de electricidad,
comiendo sólo una vez al día, recorriendo kilómetros para ir al colegio..., a
pesar de eso la gente era feliz. Agradezco a todos los misioneros y a la gente
de esas comunidades la buena acogida que nos dieron durante esos días”.