Petri Castañera es una de las jóvenes madrileñas que este
verano han pasado sus vacaciones con los misioneros que trabajan en Sierra
Leona y que han querido vivir su fe en esta experiencia de misión
organizada por la Asociación Jóvenes para la Misión de la Delegación Episcopal
de Misiones de Madrid. Hoy comparte su aventura.
“Gracias por vuestra PRESENCIA, estas son las palabras
que un misionero nos dedicaba uno de los días que estuvimos con él. Y estas
mismas palabras son las que yo ahora les quiero dedicar a ellas, a las
Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta.
Este es mi tercer año en sus casas. Este verano ha sido
de nuevo en Makeni, Sierra Leona, donde me han vuelto a acoger a mí y mis
compañeros con mucho cariño y amor y así es como ellas también acogen a las
personas más necesitadas. Además de este cariño, también se ocupan de darles
comida, medicinas, vitaminas, etc., y cuidar a niñitos que en unos pocos días empiezan
a sonreír, tan diferentes de cuando llegan a sus casas, enfermos y tristes.
Su presencia en los poblados y aldeas, son, pienso, las
únicas que se ocupan de llevarles leche, comida, medicinas a tantas mamás con
sus bebés a la espalda y a tantas personas necesitadas.
Y, ¿cómo se lo agradecen estas personas? Con una gallina,
con un puñado de cacahuetes (así nos los agradecían a nosotros uno de esos
días), con lo poco que tienen, pero ese poquito, es mucho para ellas.
Otros días, en esas casas envasamos comida mientras,
pacientemente en la puerta están esperando grupos de personas ciegas que
vienen, la mayoría de las veces, con a un niño que es su guía, sus ojos, y
siempre agradecidos. Antes de empezar este reparto, siempre hay una persona que
empieza (y los demás les siguen) a rezar y dar gracias a Dios por lo que van a
recibir. ¡Qué afortunada me hacen sentir cuando me dejan compartir con ellas
esas tantas tareas diarias! También ellas nos dan las gracias por compartir
nuestro tiempo con ellas, quieren que estemos a gusto durante el tiempo de
nuestra estancia allí, siempre pendientes de nosotros, siempre con una broma,
una sonrisa, una palabra amiga para nosotros al igual que para los más
necesitados. Nos cuentan, ellas, que cuando las personas que han pasado un
tiempo en sus casas, muchas de ellas cambian, a lo mejor no las que pasan una
vez, pero si más de una, cuando vuelven a sus poblados y han compartido con
ellas, los rezos, las canciones, quieren seguir manteniéndolo, quieren cambiar.
Entonces es cuando yo, me pregunto: ¿será que su
PRESENCIA es muy importante? ¿Será que al igual que ellos cambian, yo también
me siento cambiada cuando llego a mi casa?
Quiero agradecerles su PRESENCIA en mi vida a ellas y a
la Delegación de Misiones que hace que esto sea posible.”