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19 de diciembre de 2015

Felicitación a los misioneros diocesanos

Felicitación de Navidad a los misioneros diocesanos



Queridos misioneros/as:
                                   Se acerca la Navidad y dentro del corazón surge la necesidad imperiosa de reavivar la llama de la fraternidad.
                                   Como delegado de misiones tengo siempre la sensación de estar en deuda con vosotros. ¿Cómo agradecer vuestra generosidad? ¿Cómo compensar el maravilloso trabajo que realizáis entre los preferidos del Señor?  ¿Qué puedo hacer yo para  que  os  sintáis más queridos, valorados y acompañados por nuestra Diócesis?  Son preguntas que continuamente me hago.
                                   Desde este rincón del mundo rezamos  por vosotros continuamente, publicamos vuestras evangélicas experiencias y, en la medida de nuestras posibilidades, atendemos algunas urgencias.
                                   Con ojos llenos de misericordia contemplamos la situación de millones de niños hambrientos y enfermos, ancianos desamparados, familias rotas, cristianos perseguidos, y  también a los que buscan a Dios…, no queremos que se nos “sequen las lágrimas”, como pide el Papa Francisco.
                                   En medio de ese mundo estáis vosotros, como testigos de la misericordia, construyendo con gestos de amor, un  mundo de alegría y fraternidad.
                                   Confieso que siento envidia de los abrazos de esos niños, de la mirada llena de ternura de los ancianos y de la sonrisa agradecida de los pobres. Porque detrás de cada gesto de entrega en los campos de la misión está brillando, en el cielo, la mirada complaciente de Dios.

                                   En la campaña de Infancia Misionera de este año se ha elegido como lema la palabra “GRACIAS”.  Me parece un vocablo mágico, que manifiesta adecuadamente los sentimientos del alma, y todo aquello que las palabras no alcanzan a expresar. A vosotros os la dedico, porque proyectáis sobre la Iglesia y el mundo, el modelo más bello de entrega, humildad y generosidad: MIL VECES GRACIAS.
                                   Que esta Navidad brille, en tu corazón y en el de toda la gente de buena voluntad, la brisa suave y embriagadora que brota del misterio de Belén, llena de dones.
                                   Un abrazo,
                                                                             
                                                                  Pedro Jesús Mohedano Santibáñez