Felicitación de Navidad a los misioneros diocesanos
Queridos misioneros/as:
Se acerca la
Navidad y dentro del corazón surge la necesidad imperiosa de reavivar la llama
de la fraternidad.
Como delegado
de misiones tengo siempre la sensación de estar en deuda con vosotros. ¿Cómo
agradecer vuestra generosidad? ¿Cómo compensar el maravilloso trabajo que
realizáis entre los preferidos del Señor? ¿Qué puedo hacer yo para que os sintáis más queridos, valorados y acompañados
por nuestra Diócesis? Son preguntas que
continuamente me hago.
Desde este
rincón del mundo rezamos por vosotros
continuamente, publicamos vuestras evangélicas experiencias y, en la medida de
nuestras posibilidades, atendemos algunas urgencias.
Con ojos
llenos de misericordia contemplamos la situación de millones de niños
hambrientos y enfermos, ancianos desamparados, familias rotas, cristianos
perseguidos, y también a los que buscan
a Dios…, no queremos que se nos “sequen las lágrimas”, como pide el Papa
Francisco.
En medio de
ese mundo estáis vosotros, como testigos de la misericordia, construyendo con
gestos de amor, un mundo de alegría y
fraternidad.
Confieso que
siento envidia de los abrazos de esos niños, de la mirada llena de ternura de
los ancianos y de la sonrisa agradecida de los pobres. Porque detrás de cada
gesto de entrega en los campos de la misión está brillando, en el cielo, la
mirada complaciente de Dios.
Que
esta Navidad brille, en tu corazón y en el de toda la gente de buena voluntad,
la brisa suave y embriagadora que brota del misterio de Belén, llena de dones.
Un abrazo,
Pedro Jesús Mohedano
Santibáñez