DIOS
NUNCA ESTÁ DE VACACIONES
Quizás
nosotros, caemos en la tentación de mandar a Dios de vacaciones. Pero Dios,
como Padre lleno de ternura por sus
hijos, nunca está de vacaciones.
Las
vacaciones, suponen una ruptura con el trabajo y la liberación de horarios …,
por eso, merece la pena prepararlas, para que, junto al necesario descanso
físico, saquemos un rendimiento humano y espiritual.
¿Qué deberíamos tener
en cuenta?
1º. Meter en la maleta, junto a los
enseres necesarios, la Biblia o algún libro de espiritualidad y dedicar, cada
día, un pequeño espacio de tiempo a contemplar, interiorizar y orar.
2º. Dedicar más tiempo a la familia: al
diálogo, a la escucha, al juego con los hijos, a llenar huecos olvidados
durante el curso.
3º. Restablecer lazos con personas de
las que nos hemos alejado. El móvil y
las redes sociales son un eficaz instrumento
para fortalecer las relaciones.
4º. Entrar en contacto con otras
personas: los viajes, el hotel, la playa, el barrio, la parroquia, nos ofrecen
la oportunidad de iniciar relaciones con personas que nos enriquecen.
5º.
Buscar alternativas para no caer en un consumo abusivo: la naturaleza y el arte
nos brindan paisajes y lugares maravillosos.
6º. Compartir tareas.
No olvides que las vacaciones deben ser para todos.
7º. Sé solidario. Los pobres no tienen vacaciones y Jesús está siempre entre ellos.
8º. Cuida la naturaleza: es nuestro
hogar. Bendice y alaba a Dios, por todo lo que la vida te
regala.
Pedro
Jesús Mohedano Santibáñez