La hermana Mª Luisa González, josefina misionera en Perú
durante 27 años, nos escribe desde Colombia donde está desarrollando
actualmente su labor misionera.
“Vivo en la ‘Comuna 2’ de Medellín, con 90.000
habitantes, de estrato bajo y acceso dificultoso por las altas pendientes del
terreno. En invierno hay socavamientos. Hace unos meses quedó enterrado uno de
los barrios a plena luz del día, por ello, la gente que vive en las altas
pendientes, cuando llueve, tiene mucho miedo. El gobierno, poco a poco, va
reubicando a estas familias. Podríamos decir que es una urbanización pirata: la
mayoría de la población es desplazada de los municipios donde la violencia
ahuyentó a la gente, que escapó de su tierra con lo puesto. Las Josefinas
trabajamos en la comuna desde hace más de 35 años. Hoy nuestra misión es la
educación para el trabajo y el desarrollo humano. Hay un problema: jóvenes de
otras comunas desean estudiar en la institución, pero tienen miedo a cruzar las
fronteras invisibles de una comuna a otra.
Las bandas se enfrentan entre ellas con armas de largo
alcance, e imponen sus reglas: Medellín atraviesa una crisis humanitaria. Se
enfrentan por el control del territorio y de los puntos de distribución de
drogas, y según las autoridades obedecen a jefes de organizaciones narcotraficantes
formados por antiguos paramilitares. El peso de las estructuras criminales en
Medellín obliga a la deserción escolar, para evitar las represalias originadas
en los límites.
Hoy se buscan acuerdos para alcanzar la paz o para
terminar con el conflicto. Las Josefinas, junto con los seglares, acompañamos
procesos humanitarios en ética y valores y en bienestar estudiantil, pero
reconocemos que es muy lento y doloroso cuando, a lo mejor, 4 ó 5 integrantes
de tu familia han sido asesinados. Me despido con una invitación bíblica:
‘consuelen a mi pueblo, dice el Señor’.”