Los agustinos recoletos han hecho pública esta cata del
misionero René González Regorigo, que escribe desde la misión de Kamalo, Sierra
Leona, país en el que esta orden lleva adelante, en Kamabai y aquí en Kamalo
una labor misionera ejemplar, apostando por el desarrollo humano y espiritual
de las comunidades locales:
“En estas fechas en las que estamos celebrando las
navidades, cruza por mi mente un villancico que he tenido la oportunidad de
escuchar en varias lenguas y siempre me sonaba igual; ‘Noche de Dios, noche de
paz’. Los que me conocen saben que nunca he sido buen cantor; por eso, en mis
años de estudiante intentaba escaparme de los ensayos.
Mientras escribo estas letras, he de confesaros que nunca
me había parado a pensar en la letra del villancico e incluso siempre me
parecía lento y aburrido, pero ahora, después de muchos años, le veo lleno de
significado. Son las paradojas de la vida. Aquí, en Sierra Leona, tengo que
hacer un esfuerzo para recordar que estamos en Navidad y vivirla con gozo y,
curiosamente, me viene a la cabeza este villancico que nunca ha estado entre
mis favoritos.
Hace unos días un amigo me enviaba el mensaje del Papa
para la celebración de la paz el día 1 de enero de 2013, mensaje que me resulta
tremendamente esperanzador y al mismo tiempo, cercano y muy distante de nuestra
realidad en Sierra Leona, África. Este mensaje me ha iluminado para entender un
poco mejor el sentido de la Navidad aquí y entender un villancico que nunca
había sido objeto de mi meditación.
La oscuridad de la noche en África te inunda y te sumerge
en la profundidad del silencio. Esta oscuridad te lleva a la duda cuando
caminas, y a la esperanza de ver la luz y el calor abrasador del día siguiente.
De la misma forma, podemos decir que el estilo de vida de aquí se asemeja a la
noche y a la luz del día siguiente.
No hace muchos años, Sierra Leona se encontraba en una
oscuridad continua por los horrores de la guerra y un amanecer sin esperanza;
sin embargo, la realidad hoy en día es muy diferente. La noche se ha convertido
en descanso y en baile. El amanecer es la esperanza de conseguir una Sierra
Leona en la que cada persona pueda cumplir sus aspiraciones de una vida
próspera y feliz para todos.
Se dice que hay una ‘vocación innata de la humanidad
hacia la paz y que toda persona aspira a una vida plena y feliz. Cada año trae
consigo la esperanza de un mundo mejor’. Cuando leía estas palabras en el
mensaje del Papa me era inevitable trasladarlo a mi propia vida y a la vida de
Sierra Leona.
La gente tiene un deseo ardiente de una vida plena, en la
que el odio, las violaciones y el rencor de las mutilaciones y asesinatos de
guerra den paso a una sociedad que camine hacia el futuro. Se desea que el
Gobierno del país sea menos corrupto, que haya buenos hospitales y escuelas de
calidad; se desea que haya mejores medios de transporte, que toda familia pueda
comer al menos una vez al día y que en toda casa haya electricidad y agua
corriente.
Probablemente todo esto se haya conseguido hace tiempo en
el Occidente europeo y en otras partes del mundo, pero no en Sierra Leona.
Quizás haya alguien que piense: ¡Qué pobres que no tienen nada! Sin embargo,
desde mi punto de vista, tienen algo que muchas veces en el mundo desarrollado
se echa de menos: la esperanza y el amor por la vida. El africano es
profundamente espiritual y pone en manos de ‘Papa God’ el destino de sus vidas
con una confianza en la que expresan que Dios nunca les decepciona.
Hace pocos días me sorprendía que algunos de mis alumnos
rezan a Allah para que me guíe y me proteja en mi vida. Creo que este modo de
pensar sería inimaginable en una sociedad marcada por la división de creencias
o de razas o desigualdades económicas. Os puedo asegurar que el 93% de mis
alumnos en escuela católica son musulmanes.
Quisiera dejar bien claro que el africano no busca en la religión
la evasión de un mundo pobre y subdesarrollado, sino un encuentro con el Dios
bondadoso que les permite vivir cada día como un regalo. Por eso, cuando pasas
un tiempo por aquí, es fácil enamorarse de sus gentes y de la manera de
entender la vida. A pesar de esto, también somos conscientes de que nos queda
mucho camino por recorrer.
Para una paz consolidada y duradera necesitamos que el
estilo de la familia africana potencie la paz en los hogares, necesitamos que
haya formación y trabajo para la numerosa juventud que tiene Sierra Leona y
haya un desarrollo industrial que permita el desarrollo y una mejor calidad de
vida. En definitiva, esto sólo es posible con el deseo de buscar el bien común
y con un sentido transcendente de la vida. Sierra Leona tiene todos los
ingredientes, pero el problema es quizás cómo usarlos.
Volviendo al villancico de ‘Noche de Dios, noche de paz’:
aquí gozamos en muchas ocasiones de las noches más bellas que te puedas
imaginar, con la luna llena y el cielo inundado de estrellas. Sin embargo, se
necesita tiempo y paciencia para conseguir un mundo mejor aquí, pero contamos
con un Dios cercano que nos acompaña cada día en el sufrimiento y en la
alegría.
Este año no he visto ningún portal de belén, pero sí he
visto celebrar con gozo el nacimiento del Hijo de Dios en el silencio y en la
oscuridad de la noche. Esto me ayuda a creer que la ‘paz no es una utopía o
sueño’, sino una realidad que es posible. ¡Happy 2013!”.