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26 de marzo de 2013

Entrevista a la misionera murciana Concepción del Toro, antes de partir a Mozambique


La hermana Concepción del Toro López, de las Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado, congregación murciana, fundada por las madres María Séiquer Gayá y Amalia Martín de la Escalera en 1939, y cuya casa madre y generalicia está en Santo Ángel (Murcia), partirá este próximo 13 de febrero hacia la nueva misión en Mozambique que esta congregación acaba de poner en marcha. En esta entrevista, la hermana Concepción cuenta su labor como consagrada y habla de esta nueva misión en Mozambique.
“Como consagrada he desarrollado mi labor en el área de la educación principalmente, en la pastoral parroquial, participando de las alegrías de la gente. He intentado siempre llevar el mensaje de Vida de: Cruz y Resurrección como esencia de mi vocación, como querían nuestras Madres Fundadoras”, señala la hermana Concepción
- ¿Qué significa para las Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado abrir su primera misión en África?
“Significa un regalo, un don de Dios, una nueva oportunidad de vida, una aventura de amor por Cristo Crucificado y los crucificados de Namarroi. Significa un nuevo amanecer, una nueva esperanza… Significa ponernos en camino guiadas solamente por la fe, la esperanza y el amor, llevando el corazón henchido de pasión. Significa descalzarnos porque la tierra que vamos a pisar es sagrada. Desnudarnos para dejarnos arropar por ellos y ellas. Significa empezar un proceso de encarnación e inculturación con actitud de pobres y de discípulas. Significa la emoción de hacer presente y vivo nuestro Carisma de Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado en un continente nuevo para nosotras”.
-¿Qué pueden hacer tres religiosas en Mozambique?
“Después de conocer los elementos fundamentales de la cultura (a nivel teórico) es indispensable ver la realidad con los ojos de misericordia con la que los mira Dios: dejarnos tocar entrañablemente por ella… ver cómo se entiende y se vive la fe desde ellos no desde nuestros esquemas.
Discernir: es decir reflexionar juntos con ellos y ellas para ver cómo el sueño de Dios sobre la humanidad está llevándose a cabo en esa parcela de Mozambique: cómo está caminando, pues, Él dijo que venía para que sus hijos tuvieran vida en abundancia. ¿Cómo fluye la vida? ¿Qué valores están al servicio de la vida?, ¿Qué frena la vida…?
Actuar: Juntos, mano a mano aprovechando todos los valores y recursos existentes en el lugar, y de fuera. Empezar por dar los pasos más básicos en la promoción integral del ser humano. Se trata de promover a los niños, jóvenes, mujeres… en la salud, la educación, evangelización la catequesis, promover a agentes de pastoral a través del acompañamiento y formación… Acompañar a las comunidades en sus esperanzas, luchas y fracasos. Todo es proceso evangelizador”.
-¿Es tu primera salida hacia la misión? ¿Cómo te sientes?
“Es mi primera salida a trabajar en tierras que no son España. Me siento feliz, para mí es un regalo de Dios, una oportunidad especial en este momento concreto de mi vida que estoy segura que va a ser de una riqueza incalculable que me va a hacer crecer como mujer y como hermana Apostólica de Cristo Crucificado. Me siento además tremendamente agradecida a mi Congregación que ha puesto en nosotras la confianza para llevar a otras tierras, a otras realidades la semilla de nuestro carisma y eso despierta en mí agradecimiento, emoción y responsabilidad. Siento con toda mi alma que el Señor constantemente va acompañar nuestro camino, nuestra actuación y nuestra vida y eso me llena de confianza, de ánimo y de mucho amor”.
-¿Cómo es el sitio en el que vas a trabajar?
“Es en la Diócesis de Guruè, centro de Mozambique, el pueblo donde vamos a estar se llama Namarroi y para nosotras ya es un sitio entrañable. Vegetación rica y preciosa pero sobre todo gente buena, acogedora, alegre y con muchos deseos de escuchar y hacer vida en ellos la Palabra de Dios.
-¿Cómo valoras el ser recibida por un obispo murciano, Mons. Francisco Lerma, y cómo esperas que sea vuestra colaboración?
“Muy positivo y una gran ventaja pues su acompañamiento y su apoyo nos facilitará nuestro proceso de inserción en la nueva cultura. Todos y todas somos colaboradores de Cristo Jesús en la tarea de hacer presente el Reino, cada uno según sus dones y la responsabilidad encomendada por Dios a través de la Iglesia. Por tanto es indispensable que nuestra misión evangelizadora y de promoción integral se haga en plena comunión con todas las fuerzas vivas de la Iglesia para que uniendo nuestras pequeñas luces lleguemos a formar una gran hoguera de vida que venza las tinieblas que nos impiden ser hombres y mujeres felices y verdaderamente libres”.
-¿Qué llevas en la “maleta” para cumplir tu misión?
“Mucha ilusión, unos oídos grandes para saber escuchar, unos ojos llenos de amor, misericordia y compasión, una boca que proclame las maravillas que Dios ha hecho en mi vida en mi Congregación y en mi Iglesia. El olfato de la sensatez que sepa detectar donde está la huella de Dios en mi vida, en mi comunidad y en la cultura del pueblo. Un tacto capaz de transmitir a Dios. Llevo el cariño, el amor incondicional y el apoyo de muchas personas que me acompañan a través de la oración, especialmente el de mi querida familia biológica y congregacional”