La hermana Concepción del Toro López, de las Hermanas
Apostólicas de Cristo Crucificado, congregación murciana, fundada por las
madres María Séiquer Gayá y Amalia Martín de la Escalera en 1939, y cuya casa
madre y generalicia está en Santo Ángel (Murcia), partirá este próximo 13 de
febrero hacia la nueva misión en Mozambique que esta congregación acaba de
poner en marcha. En esta entrevista, la hermana Concepción cuenta su labor como
consagrada y habla de esta nueva misión en Mozambique.
“Como consagrada he desarrollado mi labor en el área de
la educación principalmente, en la pastoral parroquial, participando de las
alegrías de la gente. He intentado siempre llevar el mensaje de Vida de: Cruz y
Resurrección como esencia de mi vocación, como querían nuestras Madres
Fundadoras”, señala la hermana Concepción
- ¿Qué significa para las Hermanas Apostólicas de Cristo
Crucificado abrir su primera misión en África?
“Significa un regalo, un don de Dios, una nueva
oportunidad de vida, una aventura de amor por Cristo Crucificado y los
crucificados de Namarroi. Significa un nuevo amanecer, una nueva esperanza…
Significa ponernos en camino guiadas solamente por la fe, la esperanza y
el amor, llevando el corazón henchido de pasión. Significa descalzarnos porque
la tierra que vamos a pisar es sagrada. Desnudarnos para dejarnos arropar por
ellos y ellas. Significa empezar un proceso de encarnación e inculturación con
actitud de pobres y de discípulas. Significa la emoción de hacer presente y
vivo nuestro Carisma de Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado en un
continente nuevo para nosotras”.
-¿Qué pueden hacer tres religiosas en Mozambique?
“Después de conocer los elementos fundamentales de la
cultura (a nivel teórico) es indispensable ver la realidad con los ojos de
misericordia con la que los mira Dios: dejarnos tocar entrañablemente por ella…
ver cómo se entiende y se vive la fe desde ellos no desde nuestros esquemas.
Discernir: es decir reflexionar juntos con ellos y ellas
para ver cómo el sueño de Dios sobre la humanidad está llevándose a cabo en esa
parcela de Mozambique: cómo está caminando, pues, Él dijo que venía para que
sus hijos tuvieran vida en abundancia. ¿Cómo fluye la vida? ¿Qué valores están
al servicio de la vida?, ¿Qué frena la vida…?
Actuar: Juntos, mano a mano aprovechando todos los
valores y recursos existentes en el lugar, y de fuera. Empezar por dar los
pasos más básicos en la promoción integral del ser humano. Se trata de promover
a los niños, jóvenes, mujeres… en la salud, la educación, evangelización la
catequesis, promover a agentes de pastoral a través del acompañamiento y
formación… Acompañar a las comunidades en sus esperanzas, luchas y fracasos.
Todo es proceso evangelizador”.
-¿Es tu primera salida hacia la misión? ¿Cómo te sientes?
“Es mi primera salida a trabajar en tierras que no son
España. Me siento feliz, para mí es un regalo de Dios, una oportunidad especial
en este momento concreto de mi vida que estoy segura que va a ser de una
riqueza incalculable que me va a hacer crecer como mujer y como hermana
Apostólica de Cristo Crucificado. Me siento además tremendamente agradecida a
mi Congregación que ha puesto en nosotras la confianza para llevar a otras
tierras, a otras realidades la semilla de nuestro carisma y eso despierta en mí
agradecimiento, emoción y responsabilidad. Siento con toda mi alma que el Señor
constantemente va acompañar nuestro camino, nuestra actuación y nuestra vida y
eso me llena de confianza, de ánimo y de mucho amor”.
-¿Cómo es el sitio en el que vas a trabajar?
“Es en la Diócesis de Guruè, centro de Mozambique, el
pueblo donde vamos a estar se llama Namarroi y para nosotras ya es un sitio
entrañable. Vegetación rica y preciosa pero sobre todo gente buena, acogedora,
alegre y con muchos deseos de escuchar y hacer vida en ellos la Palabra de
Dios.
-¿Cómo valoras el ser recibida por un obispo murciano,
Mons. Francisco Lerma, y cómo esperas que sea vuestra colaboración?
“Muy positivo y una gran ventaja pues su acompañamiento y
su apoyo nos facilitará nuestro proceso de inserción en la nueva cultura. Todos
y todas somos colaboradores de Cristo Jesús en la tarea de hacer presente el
Reino, cada uno según sus dones y la responsabilidad encomendada por Dios a
través de la Iglesia. Por tanto es indispensable que nuestra misión
evangelizadora y de promoción integral se haga en plena comunión con todas las
fuerzas vivas de la Iglesia para que uniendo nuestras pequeñas luces lleguemos
a formar una gran hoguera de vida que venza las tinieblas que nos impiden ser
hombres y mujeres felices y verdaderamente libres”.
-¿Qué llevas en la “maleta” para cumplir tu misión?
“Mucha ilusión, unos oídos grandes para
saber escuchar, unos ojos llenos de amor, misericordia y compasión, una
boca que proclame las maravillas que Dios ha hecho en mi vida en mi
Congregación y en mi Iglesia. El olfato de la sensatez que sepa detectar donde
está la huella de Dios en mi vida, en mi comunidad y en la cultura del pueblo.
Un tacto capaz de transmitir a Dios. Llevo el cariño, el amor incondicional y
el apoyo de muchas personas que me acompañan a través de la oración,
especialmente el de mi querida familia biológica y congregacional”