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24 de abril de 2013

5 años del Hogar de Cristo: así entiende el Papa Francisco la ayuda a los pobres


El pasado 20 de marzo, miércoles, cumplía cinco años el Hogar de Cristo de Villa 21-24, Buenos Aires, Argentina. Un proyecto que en realidad son muchos proyectos y que inauguró el 20 de marzo del 2008 el cardenal Jorge Mario Bergoglio. Hogar de Cristo nacía en la Parroquia Virgen de Caacupé de Barracas, en una de las villas miseria que rodean Buenos Aires, para luchar de frente contra las consecuencias del “Paco”, la droga de los pobres que inunda estos barrios marginales, creada a partir de los deshechos de la cocaína.
El Hogar de Cristo fue creando “dispositivos”, centros barriales, que acompañaran a niños, jóvenes y adultos, y a sus familias, a recuperarse de los efectos del “Paco”. El primer centro fue San Alberto Hurtado, luego vino la Granja Madre Teresa, luego vinieron otros… y lo que empezó siendo un proyecto de la Parroquia de Caacupé acabó siendo un compromiso común de todas las Parroquias de las Villas de la Ciudad de Buenos Aires, que los sacerdotes de estas comunidades asumieron con el apoyo decidido de su arzobispo.
Un apoyo que no fue ni mucho menos meramente institucional. Aquel 20 de marzo de 2008, era Jueves Santo, y el cardenal Bergoglio, el arzobispo de Buenos Aires, el primado de Argentina, se inclinaba para lavar los pies de hermanos suyos en Cristo enganchados al “Paco”… Así se inauguró el Hogar de Cristo. Como contaba estos días Rafael, un chico de 26 años, drogadicto en recuperación gracias al Hogar de Cristo, y hoy involucrado en ayudar también a los demás: “Él caminaba en los pasillos de la villa. Era como si fuera uno más”, dice al recordar al cardenal.
En cuatro años de existencia, pasito a pasito, se ha acompañado a 600 afectados, la mayoría muy jóvenes, y a sus familias. Porque el estilo del Hogar de Nazaret, el estilo Bergoglio, ha sido el de la cercanía de la Iglesia, el de acompañar a cada persona y familia, para que ellos encuentren en su vida sentido y esperanza. Hoy son 22 los sacerdotes villeros que, con los fondos y el gran impulso del cardenal, han relanzado este método pastoral de la cercanía, de no olvidarse “de los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón”, como decía el Papa Francisco en la Misa que inauguraba su Pontificado.