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14 de junio de 2013

De la nostalgia del ayer a la ilusión por el mañana

Atrás quedó el verano y con él la experiencia misionera que viví y que habla de lo efímero de la vida y de la necesidad de tener el corazón bien abierto para ser capaz de saborear, deteniéndola, los regalos que continuamente te hizo.
No ha pasado más de un día sin que imágenes, sentimientos e ilusión, mucha ilusión, irrumpan en la realidad para llevarnos, casi sin permiso, a las misiones de Kirigueti y Koribeni en Perú. 
Se me viene a la cabeza el “cómo te podré pagar” de ese salmo hecho canción, que hoy hago más mío que nunca, con el que agradecer al Padre todo lo recibido a través de Selvas Amazónicas a lo largo del último año. Todo se convierte en gracias y en ellas aparece el curso de formación recibido, a través del que, durante un fin de semana cada mes y medio y a lo largo de un año, tomamos conciencia de la dimensión misionera del viaje. Se me vienen a la mente, ¡cómo no!, los compañeros de camino con los que compartí incertidumbres, deseos, risas, oración y pensamiento. Los encuentros fueron terreno privilegiado para hacer comunidad y fue así que pronto comenzamos a sentirnos hermanos. ¡También vosotros habéis sido continua fuente de enseñanza!
Gracias a Selvas Amazónicas por toda la organización de la experiencia misionera. Gracias también a las personas que nos han llevado de la mano en todo este proceso. Mil gracias a todas aquellas hermanas y hermanos peruanos con los que compartimos vida o espacio y también a aquellos con los que no lo hicimos. Y finalmente gracias al Padre, sin el cual todo carecería de sentido. Ahora estamos todavía más seguros de que Él es fuerza, origen y fin de todo. Los misioneros con sus vidas son un fiel testimonio de ello. Y así esta aventura ha llegado a su fin para comenzarla de nuevo.
En la travesía todos hemos cambiado y la palabra misión ha cobrado en nosotros una nueva dimensión. ¡Ya no tiene fronteras! Puede estar aquí o allí, puede ser el ayer, el hoy o el mañana porque traspasa todo lugar y tiempo para convertirse en una manera de estar y de ser en el mundo. Es ella, la misión, la que nos invita a descubrir tras los acontecimientos cotidianos la presencia de un Dios animándote a construir Reino con los que te rodean. Es ella la que nos insta a respetar la realidad del otro y a sumar esfuerzas. Ella es una dinámica de vida. Una firme invitación a sentir “con pasión” al otro.
Como veis Perú ha sido una experiencia que ha colmado toda expectativa. Ahora tan solo permanece la necesidad por transmitir y compartir todo lo vivido y aprendido. Ahora queda tiempo y trabajo por delante para poder aterrizar todas las ganas e ilusión que nos invaden... Con Selvas, de nuevo, de la mano.
¡Contigo, si te animas!
Lorenzo Pinto
Selvas Amazónicas