En un pueblo pequeñito, pero con grandes ideales, se
celebró la fiesta de la Infancia Misionera.
Los protagonistas, el P. Santos (párroco) el P.
Evelio, Cristian, Marcos y Lydia y
Cecilia que cumplirá pronto tres añitos.
Lo que podemos y además poniendo en ello toda nuestra
mente y corazón.
La reflexión arrancó de
la dura historia de Enrico:
“Soy
un niño de la calle, es decir, que vivo en la calle. Me llamo Enrico y tengo 13
años.
De
pequeño vivía con mi madre y mis cinco
hermanos y hermanas en un barrio de Bogotá, capital de Colombia. La choza donde vivíamos era muy
pequeña y muy húmeda. Mi hermano el
mayor, Carlos, pegaba trozos de periódicos en las paredes para evitar el frío,
pero pronto se caían.
Yo
tenía sólo 10 años cuando murió mi madre. A mis hermanos pequeños los llevaron
a un orfanato. Yo al principio fui con ellos, pero luego me escapé. Prefería
vivir en la calle en libertad.
La vida de la calle es dura, pero de algún
modo éramos libres; por eso la preferíamos
al orfanato.
Por
las noches soplaba un viento muy frío que bajaba de las montañas y hacía mucho
frío en la calle.
Reuníamos
periódicos, cartones y algunas maderas y hacíamos una hoguera. Temblamos del frío que teníamos.
Algunas
veces sueño que me hago mayor muy rápido y que tengo un buen empleo. A
nadie le cuento mis sueños para que no
se rían de mí.
Aquí
todos soñamos algo parecido.”
HECHOS:
Hay millones de niños y niñas como Enrico en
el mundo que sufren.: en trabajos duros, violencias, explotaciones…, y muchos
no conocen a Jesús.
Frente a esas
necesidades ¿qué podéis hacer vosotros y vosotras para que esos niños y niñas
puedan ser felices como lo sois vosotros?
¿Qué podéis hacer para
que no tengan hambre o puedan ir a la escuela, o curar sus enfermedades?
Decid una sola cosa de
las dos que podéis hacer.