El pasado 7 de abril varios hombres armados y con el
rostro cubierto, sacaron al padre Frans Van der Lugt de su residencia de los
jesuitas, en el barrio de Bustán al Diwan, en el casco antiguo de la ciudad de
Homs, en el centro de Siria, y lo mataron con armas de fuego.
Holandés de origen, el padre Frans había nacido en 1938,
entró en la Compañía de Jesús en 1958 y fue ordenado sacerdote en 1971. Se
encontraba en Siria desde el año 1960. A pesar del peligro, había decidido
espontáneamente permanecer en la ciudad de Homs como expresión de su
solidaridad con las personas que no habían podido dejar la ciudad. “Tengámoslo
presente en nuestro recuerdo y oración”.
Según el nuncio del Vaticano en Damasco, arzobispo Mario
Zenari, el sacerdote falleció por los dos disparos que recibió en la cabeza por
parte de un grupo armado, que entró en la Casa de los Jesuitas.
"Desconocemos las circunstancias exactas de su muerte. Ha sido una gran
sorpresa, porque él ha sobrevivido en el pasado a bombardeos y tiroteos en
Homs, donde decidió quedarse por su propia voluntad", señaló Zenari.
"Es una noticia muy triste, era una persona muy querida por su trabajo
humanitario", lamentó.
Se desconoce el motivo del ataque y hasta el momento
nadie se ha responsabilizado del asesinato ocurrido en Bustan al-Diwan, un
vecindario de Homs en manos de los rebeldes que desde hace más de un año está
rodeado por fuerzas leales al presidente Bashar Assad.
El portavoz del Vaticano, Federico Lambardi ha lamentado
también este triste suceso. "Así murió un hombre de paz que, con una gran
valentía, en una situación extremadamente difícil, quiso seguir siendo fiel al
pueblo sirio al que había dado desde hacía mucho tiempo su vida y su asistencia
espiritual. En este momento de gran dolor, expresamos nuestro gran orgullo y
gratitud de haber tenido un hermano tan cercano de los que sufrían más, en el
testimonio del amor de Jesús hasta el fin", ha dicho Lombardi.