1 de
marzo, DÍA DE HISPANOAMÉRICA
La Conferencia Episcopal
Española, desde el año 1949, ha dedicado este día a Hispanoamérica.
Más de 9.000 misioneros españoles trabajan al servicio de la
evangelización en América Latina. Lo hacen con la “fuerza del Espíritu”, porque
no es broma eso de abandonar tierra, casa, familia, y embarcarse en la aventura de comenzar una
historia nueva entre personas de otras culturas.
En los últimos años más de 2.300 sacerdotes
diocesanos españoles han ejercido su ministerio en el continente hermano. Entre ellos sigue en Brasil, nuestro querido
hermano D. Joaquín Rojo.
A ellos hay que añadir religiosas y religiosos, así como
muchos laicos.
El próximo día 7 de marzo, las tres diócesis extremeñas,
rendiremos un merecido homenaje, a los casi trescientos misioneros extremeños
que comparten el tesoro del evangelio en los diversos países del mundo. Lo haremos
a los pies de Ntra.Sra.de Sopetrán (Almoharín), a través de una convivencia
densa en testimonios, con el fin de reavivar la alegría de ser misioneros.
En el clima espiritual del Sínodo diocesano, queremos
proclamar: “la dulce y confortadora
alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas”.
Para ello, es necesario que “arda en
nuestros corazones el fuego del Espíritu».
El misionero siente que Jesús camina con él, respira con él,
trabaja con él. Por eso su vida personal, en su pequeñez, se desborda y se
convierte en canal de alegría para los demás: “ya no vivo yo, es Cristo quien viven en mí”, decía el converso
Pablo. ¿Cómo guardarse para un mismo
tanta alegría y tanta gracia?
El entusiasmo del misionero surge de la confianza que ha
puesto en Dios y de su entrega a los demás. Siente que está tocando el cuerpo
del Señor en el contacto con los pobres y en las duras realidades que le
envuelven, pero al mismo tiempo experimenta que la luz del Tabor llena su
corazón con el resplandor del Espíritu.
En los últimos años un
grupo numeroso de sacerdotes, procedentes de Hispanoamérica, se están
incorporando al trabajo pastoral en nuestro país. Es un signo precioso de la universalidad
de la Iglesia local y de una reciprocidad evangelizadora.
La Iglesia particular está llamada a vivir en comunión con la
Iglesia universal.
Compartir con las comunidades más necesitadas es la expresión
de nuestra gratitud por el regalo del evangelio que un día otros nos
anunciaron.
Pedro Jesús Mohedano
Santibáñez
(Delegado Diocesano
de Misiones)