El Papa ya lo había anunciado y lo ha cumplido: ha
publicado una exhortación apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo
actual. Ya el título recuerda a la gran exhortación de Pablo VI la Evangelii
nuntiandi sobre la evangelización. Pretende proponer el modelo misionero como
inspirador de toda la labor evangelizadora de la Iglesia y de los discípulos de
Cristo para que sean misioneros.
El acto simbólico de entrega tuvo lugar el pasado noviembre
en la celebración de la misa de Cristo Rey de clausura del Año de la fe. Ante
una gran multitud, con la presencia por primera vez en un acto público de las
reliquias del apóstol Pedro, al final de la celebración, el Obispo de Roma
entregó simbólicamente su exhortación apostólica Evangelii gaudium a 36
representantes del pueblo de Dios provenientes de 18 países.
Al inicio de la exhortación apostólica el Papa dice:
“Quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa
evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la
Iglesia en los próximos años”. Ciertamente el Papa ve la clave de la
evangelización en la alegría que viene de la fe en el Evangelio. De hecho el
capítulo primero se llama “La alegría que se renueva y se comunica” y el
segundo “La dulce y confortadora alegría de evangelizar”, un deseo expresado
por Pablo VI en la Evangelii nuntiandi (n. 75) y que el papa Francisco ha
repetido ya desde antes de su elección.
El Papa también hace referencia a dos grandes constantes
de su magisterio. La primera es la necesidad de una fuerte espiritualidad que
sea motor de la tarea evangelizadora: “Si bien esta misión nos reclama una
entrega generosa, sería un error entenderla como una heroica tarea personal, ya
que la obra es ante todo de Él, más allá de lo que podamos descubrir y
entender. Jesús es «el primero y el más grande evangelizador». En cualquier
forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a
colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu” (n. 12). Y la segunda
(abriendo el tercer capítulo, “La nueva evangelización para la transmisión de
la fe”) la primacía de la misión ad gentes: “Juan Pablo II nos invitó a
reconocer que «es necesario mantener viva la solicitud por el anuncio» a los
que están alejados de Cristo, «porque ésta es la tarea primordial de la
Iglesia» (RMi 34), para desde ahí entender toda la labor evangelizadora de la
Iglesia: la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia”.
Por eso el Papa dice que ha renunciado a hacer un gran documento
que trate detenidamente totas las cuestiones de la evangelización porque, dice,
“tampoco creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o
completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo”. El
Papa apela al discernimiento de los respectivos obispos respecto de “de todas
las problemáticas que se plantean en sus territorios” y una “saludable
descentralización” (n. 16). Por eso opta (n. 17) por “proponer algunas líneas
que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa
evangelizadora, llena de fervor y dinamismo. Dentro de ese marco, y en base a
la doctrina de la Constitución dogmática Lumen gentium, decidí, entre otros
temas, detenerme largamente en las siguientes cuestiones:
a) La reforma de la Iglesia en salida misionera.
b) Las tentaciones de los agentes pastorales.
c) La Iglesia entendida como la totalidad del Pueblo de
Dios que evangeliza.
d) La homilía y su preparación.
e) La inclusión social de los pobres.
f) La paz y el diálogo social.
g) Las motivaciones espirituales para la tarea misionera.
Además el papa Francisco reconoce que se ha extendido en
estos temas no con la intención de ofrecer un tratado “sino sólo para mostrar
la importante incidencia práctica de esos asuntos en la tarea actual de la
Iglesia. Todos ellos ayudan a perfilar un determinado estilo evangelizador que
invito a asumir en cualquier actividad que se realice” (n. 18).
La exhortación promete ser muy fecunda para despertar en
los cristianos el celo por la misión y por extender el mensaje del Evangelio,
el mensaje de Jesús, Él que es el verdadero centro de la misión y de la vida de
todo cristiano. Como el mismo Papa señala: “El verdadero misionero, que nunca
deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con
él, trabaja con él.