El arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo
Pelegrina, ha enviado una carta a los niños de su archidiócesis con motivo de
la cercana celebración de la Jornada de Infancia Misionera:
“Celebramos en este domingo la Jornada de la Infancia
Misionera con el lema ‘Los niños ayudan a los niños’. En años anteriores la
Jornada ha ido recorriendo los distintos continentes: Asia en 2009, África en
2010, Oceanía en 2011, América en 2012 y Europa en 2013. Este año el lema es
inclusivo y parece querer englobar a todos los niños del mundo.
El lema tiene algo de sorprendente. ¿Niños y niñas que ayudan
a otros niños y niñas? ¿No debiera ser eso una tarea principalmente de los
adultos? El lema es provocador porque se dirige directamente a vosotros, porque
tenéis capacidad para daros cuenta de lo que sucede en nuestro mundo y actuar
en consecuencia prestando a otros niños vuestra ayuda y cariño.
La Sagrada Escritura, y particularmente el Nuevo
Testamento, nos hablan muchas veces de los niños. Jesús, cuyo nacimiento
acabamos de celebrar, siendo niño como vosotros, ya tomaba sus propias
iniciativas de manera responsable. San Lucas nos cuenta cómo Jesús, a la vuelta
de una peregrinación con la Virgen y San José a Jerusalén, se queda en el
templo y ‘sentado en medio de los maestros, les escuchaba y les preguntaba, y
todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus
respuestas’ (Lc 2,46-47). Queridos niños y niñas, se puede ser niño, y ser
también, de alguna manera, ‘sabio’ como el niño Jesús. Podéis ser ‘sabios’ si
crecéis en inteligencia para el bien y para ayudar a otros niños.
En su vida pública, Jesús tomaba muy en serio a los runos
y los amaba inmensamente, como muestra el episodio en el que le presentaron
unos niños para que los bendijera mientras sus apóstoles les apartaban. Nos
cuenta el evangelista San Marcos que Jesús, al ver esto, les reprendió
diciendo: ‘Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los
que son como éstos es el Reino de Dios’ (Me 10,14). Jesús nos invita a todos a
ser como vosotros; buenos, sencillos, sinceros, cariñosos y fraternales.
Queridos niños y niñas: el lema ‘Los niños ayudan a los
niños’ os quiere tomar muy en serio. Os convierte en protagonistas de una tarea
muy bella: la de ser solidarios con otros niños que necesitan de vuestra ayuda.
Ayuda para muchas cuestiones importantes de la vida. Ayuda para superar sus
carencias alimentarias y educativas. Ayuda para recibir la luz del Evangelio y
conocer mejor a Jesús, quien nos libera y salva a todos gracias a su infinito
amor. Cada vez que ayudáis a los niños de los países pobres os convertís en
pequeños misioneros que colaboran con los misioneros adultos a transmitir la
Buena Nueva del amor salvador de Jesús, quien nos dijo: ‘Cuanto hicisteis a uno
de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’ (Mt 25, 40).
Muy probablemente alguno de vosotros se pregunte: ¿y cómo
nosotros podemos ayudar desde tan lejos a tantos niños necesitados de los
países del sur y de las tierras de misión? Os respondo diciéndoos que lo podéis
hacer de muchas maneras: la primera, rezando por esos niños y niñas, por los
misioneros y voluntarios que se dedican en cuerpo y alma a ellos; pidiendo a
Dios que nos dé a todos un corazón sensible y solidario con los sufrimientos de
los demás. Rezar así es muy importante y lo podéis hacer solos o en compañía de
vuestros padres, o con los compañeros de colegio o de catequesis. Rezar juntos
es una manera muy importante de ser y hacer Iglesia, y vosotros, queridos niños
y niñas, sois el presente y futuro más bello de nuestra Iglesia.
También podéis ayudarles aportando algo de vuestros
ahorros. Lo poco que podáis compartir será mucho para esos niños necesitados.
Será una hermosa prolongación de la operación Sembradores de Estrellas, en la
que en la pasada Navidad regalabais con una sonrisa en la calle preciosas
estrellas que anunciaban el nacimiento de Jesús. Este sencillo gesto seguro que
ha provocado sentimientos de bondad en la gente, pues les ha ayudado a
comprender lo que es el auténtico espíritu navideño. De esta manera, vosotros
mismos pasáis a formar parte de la gran familia misionera, generosa y solidaria
con los más necesitados.
No quisiera terminar sin antes agradecer la gran labor
realizada por todo el voluntariado en los colegios de la Iglesia y en los
colegios públicos a favor de las misiones y de los misioneros.
Queridos niños y niñas de la Archidiócesis: me siento
orgulloso de todos vosotros y de vuestro empeño generoso por las misiones. Os
tengo muy presentes en mi oración para que seáis buenos cristianos y amigos de
Jesús, y el germen de una Iglesia futura más viva y misionera.
Al mismo tiempo que os envío un saludo para vuestros
padres y hermanos, pido a la Santísima Virgen, la Reina de las Misiones, que os
acompañe y proteja siempre. Contad también con mi bendición”.