Natural de Casar de Palomero, misionero claretiano, lleva 51 años en Venezuela.
A pesar de haber padecido serios problemas cardíacos y, últimamente, el mazazo de un ictus…, está dotado de una amabilidad deliciosa y en sus labios aflora una sonrisa permanente.
Le preguntamos:
- ¿Qué te ha parecido la Jornada Mundial de la Juventud?
- Me ha impresionado profundamente; ha sido una auténtica fiesta de la fe. He quedado sorprendido e interpelado por la madurez que han demostrado, por su reacción alegre y contagiosa ante la adversidad del tiempo, por su elocuente silencio y recogimiento en los momentos claves. También el Papa, anciano, me ha impresionado por la paz que transmitía, por su mensaje centrado en la persona de Jesús...
- ¿Qué le han aportado estos años de misionero en Venezuela?
- El carácter hospitalario y acogedor de la gente. Son entrañables, cercanos, agradecidos. En el plano eclesial, la alegría y participación en las celebraciones. La Eucaristía siempre es una fiesta.
En el centro de la foto,con gafas,
junto a los sacerdotes del pueblo
Natural de Casar de Palomero, misionero en Venezuela