Queridos niños:
Cuando yo era pequeño, tenía la costumbre de tirar piedras a una charca de mi pueblo, Malpartida de Cáceres. Observaba las ondas que surgían y cómo de forma expansiva llegaban hasta la orilla. Siempre me gustó contemplar la naturaleza como obra de Dios.
En Navidad comenzó una bella historia de amor: Jesús ha sido la piedra preciosa que Dios nuestro Padre ha depositado en el mundo.
Desde su venida comenzó a irradiar ondas de amor. La primera onda llegó al corazón de la Virgen. La segunda, a los pastores y a los magos. Después a la gente sencilla de Israel y así, sucesivamente, llegó su onda de amor hasta nosotros.
Los misioneros son la onda de Jesús. Llevan hasta el último rincón del mundo, los regalos de Dios: alimentos y sacramentos, medicinas y escuelas. Son muy generosos porque dan a los demás lo que ha han recibido gratuitamente. Yo conozco a muchos misioneros y os puedo decir que son muy buenos.
Tú también, eres onda de Dios si tienes:
- OJOS atentos para ver lo mucho que Dios te ama y lo que sucede e el mundo.
- MANOS EXTENDIDAS para acoger y compartir con los niños que no conocen a Jesús o carecen de o necesario para vivir ¡Qué pena da ver morir a tantos niños de hambre!
- CORAZÓN ARDIENTE para amar y rezar por todos.
- PIES LIGEROS para ir en ayuda de todo el que te necesite.
Os invito a contemplar con gratitud, lo grande que es el amor de Jesús: nos ha convertido en millonarios del amor. Pensad durante estos preciosos días de Navidad en todo lo que habéis recibido. Dadle gracias y no olvidéis que, en el rostro de millones de niños desamparados está Dios invitándonos a compartir.
Si quieres, puedes responderme a esta pregunta: ¿Cómo puedes tú ser onda de amor en el mundo?
Os prometo que contestaré, como siempre, a todas vuestras cartas. No tardéis.
¡Feliz Navidad para ti y tu familia!
Vuestro amigo,
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres