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3 de marzo de 2011

Un matrimonio de San Feliu de Llobregat en una misión en Bolivia


Cristina Belenguer y David Ferreiro, matrimonio misionero de San Feliu de Llobregat, Barcelona, escriben desde su misión en Bolivia.
 
“Hace ya un año que hemos aterrizado en tierras americanas, con la mochila llena de amistad, amor, buenos deseos, algunas lágrimas y muchas, muchas ganas de crecer, madurar, compartir, amar... Gracias por apoyarnos. Vuestros pensamientos, palabras y deseos han sido para nosotros alimento durante todo este tiempo, os sentimos muy cerca, pensamos que todos hemos descubierto una nueva manera de relacionarnos, a veces en el silencio (especialmente nosotros, pues sois muchos a los que no hemos contestado sus emails, intentaremos que este año no vuelva a pasar), otros con muchas muestras de afecto haciéndonos saber sobre su vida cotidiana, nuestro país, pueblo, amigos...
 
¿Qué ha supuesto este año para nosotros? Creemos y así lo sentimos que ha sido un buen aprendizaje; salir de nosotros mismos, de nuestras estructuras, de-construirnos para tratar de inculturizarnos junto al pueblo que nos acoge, ha sido una empresa de lo más interesante. Tratar de no fiscalizar en absoluto todo lo que el pueblo boliviano nos ofrece, de abrir los cinco sentidos para trabajar por los más desprotegidos sin imponer nuestros criterios es una tarea con la que nos sentimos muy identificados y donde tratamos de dar lo mejor de nosotros.
 
Hemos redescubierto la fuerza del amor, los abrazos y besos que a diestro y siniestro nos regalan cada día los chavales con los que compartimos la vida, nos hace tomar conciencia de que somos unas personas muy, muy afortunadas, que somos lo que somos por haber crecido a vuestro lado. La importancia de tener cerca, personas, vidas, testimonios a los que hay que reconocer e imitar la esencia de su entrega, personas de nuestra vida cotidiana que sin hacer mucho ruido hacen de este mundo un mundo mejor, más justo, un mundo lleno de esperanza, un mundo envuelto de amor, un mundo que sonríe. También queremos compartir nuestras debilidades, especialmente ante el dolor, sufrimiento, injusticia que día a día viven esos pequeños. Muchas veces nos sentimos saturados, desbordados, sin más herramientas que la escucha, el cariño, el abrazo, el llanto. El recogimiento y la oración son nuestra fuente de fortaleza; como la llegada a la cima después del esfuerzo, la belleza de la naturaleza, el sin palabras de una puesta de sol en una tarde de verano, la sonrisa de los pequeños, las complicidades de la gente que uno quiere. 
 
Con el zurrón lleno de vuestro amor, intentaremos despertar cada día dando gracias por esta vida. Un fuerte abrazo unidos en la oración, la amistad y la esperanza”.