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27 de mayo de 2011

Recuperar la figura del “misionero pobre e itinerante”


Asamblea Nacional de OMP
 
OMPRESS-MADRID (24-5-11)

Las Jornadas Nacionales de delegados diocesanos de Misiones y la Asamblea Nacional de directores diocesanos de Obras Misionales Pontificias (OMP) se iniciaron esta mañana en Alcalá de Henares con una contundente invitación a recuperar “la pobreza evangélica” y la centralidad de Cristo, como requisitos imprescindibles para la fecundidad misionera.
Un centenar de delegados de misiones y directores de OMP se dieron cita en un encuentro que se extenderá hasta el próximo jueves 26 de mayo, y que presidieron por primera vez desde que fueron electos, el presidente de la Comisión Episcopal de Misiones (CEM) y arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza, y el director de OMP, don Anastasio Gil.

La cita misionera se inició con una decidida intervención del padre Vito del Prete, secretario general de la Pontificia Unión Misional (PUM), que abogó por un “giro copernicano” en la acción evangelizadora y misionera de la Iglesia, que debe pasar por una “purificación” que devuelva el protagonismo a la “missio Dei” y no a los proyectos o recursos meramente humanos.

En este contexto, pidió un “cambio de ruta” para resituar el alma de la misión en la acción del Espíritu Santo, de manera que se cree una nueva “estación misionera”, en la que los agentes de la pastoral se muevan con valentía, sostenidos por la Palabra de Dios. Este fue el marco desde el que afirmó que “si queremos volver a asumir con vigor la misión evangelizadora no debemos ni podemos ofrecer sino a Jesucristo Salvador, única riqueza, único poder y única salvación para la humanidad”.

Según el padre Del Prete, la contribución de la Iglesia al bien definitivo de la humanidad debe pasar necesariamente por “la aceptación de la pobreza evangélica”, porque si creemos en el poder salvador de la Palabra de Dios, no tiene sentido sustituirla por “medios y proyectos”. Para el secretario de la PUM “la riqueza esteriliza el poder salvador de Jesucristo”.

En este sentido, del Prete criticó “las estructuras demasiado ricas” y expresó su convicción de que en el espíritu de pobreza, las soluciones se vislumbran con mayor claridad. Por eso, invitó a los misioneros a actuar “sólo con el poder de la Palabra de Dios”, asumiendo una identidad “pobre e itinerante”, según las condiciones que Cristo puso a los apóstoles.

Finalmente, y en la misma línea, el sacerdote explicó las condiciones para la ayuda a las iglesias pobres, que deben aprender a vivir de su fe y de sus medios “sin emprender obras propias de las iglesias de Occidente de las que se harían entonces dependientes”. La autofinanciación de estas iglesias les llevará a un estilo de vida acorde al de sus sociedades, en el que el dinero no sea el último criterio de la actividad de la misión.