(Tomado del Periódico de Extremadura)
Alejandro Campón, oriundo de Casar de Cáceres y que lleva media vida en una zona remota del norte de Kenia, recluta a médicos, enfermeros y técnicos cacereños para construir pozos
Alejandro Campón, en la charla que ofreció en el Colegio de Médicos de Cáceres. Foto:RUFINO VIVAS
CARLOS ORTIZ 22/02/2012
Nació en Cataluña, pero creció en Casar de Cáceres y lleva ya 23 años viviendo en una misión en una zona remota del norte de Kenia. Alejandro Campón, de 44 años y misionero de San Pablo, ha visitado Cáceres en busca de médicos y técnicos para hallar pozos de agua, necesidades básicas para sobrevivir en Turkana, un vasto territorio cercano a Etiopía y Sudán, donde manda el nomadismo y la inestabilidad entre unas comunidades que no reconocen las fronteras.
Del agua que encuentran en el subsuelo bebe el ganado, que permite alimentar a una población de 30.000 personas que utiliza los caminos como los antiguos trashumantes extremeños, cuenta el religioso. Explica que solo la fe le ha mantenido en este lugar del que ya no se quiere mover. "Las zonas conflictivas y difíciles son las que más me atraen", reconoce Campón, que tiene claro que "la evangelización pasa por cubrir necesidades básicas como la comida o la educación".
Una tarea ingente
Una tarea ingente
Con la ayuda de instituciones y colaboradores, han logrado hacer pozos, charcas y embalses, pero todo es poco para los turkanos, los vecinos pobres del sur de Kenia. Un año más, el misionero ha viajado a España para captar apoyos en una tarea ingente en la que todo lo que se consiga es poco. "Me gustaría mover el corazón de la gente. En la misión tenemos centros materno-infantiles y necesitamos que vengan médicos y enfermeros. El hospital más cercano está en Lodwar, a 250 kilómetros", explica el religioso, que cuenta con dentistas, oftalmólogos y cirujanos que viajan desde España a hacer operaciones.
Sobre la realidad del Cuerno de Africa, afirma que el 2011 "fue un año malísimo por la sequía", aunque se recuperó en octubre. El problema con el que se enfrentan ahora los turkanos se llama ahora malaria. "Ha muerto más gente que por la sequía", subraya. Campón precisa que la falta de agua se convierte en algo cíclico, con un año malo de cada cinco.
De la ayuda que reciben de Occidente, el religioso añade que "aún es muy limitada porque las diferencias son abismales y las comparaciones, odiosas". Tiene claro, tras su visita a España, que hay crisis pero, a diferencia de lo que ocurre en su territorio, en Europa "se tira y sobra todo". En Kenia se conforman con que les lleguen solo más manos para ayudar.