La hermana benedictina Stella Matutina trabaja en
Mindanao, la isla más conflictiva del sur de Filipinas. Con 44 años ha pasado
18 estudiando y desarrollando actividades pastorales en Europa antes de volver
a Mindanao en el 2007, momento en el que, según ella misma afirma, rápidamente
se percató de que se avecinaba una crisis medioambiental. “En los
deslizamientos de tierra, en las inundaciones y en las muertes pude oír el
clamor de los pobres y el gemido de la creación pero nuestro gobierno
permanecía sordo. Miles de personas han muerto cada año pero nuestro gobierno
no ha hecho nada para proteger el medioambiente”, declaraba a Catholic News
Service. Precisamente este junio varias personas perdían la vida y miles de
familias se veían desplazadas por las inundaciones en Mindanao.
La hermana Stella recibió una llamada en su convento en
el año 2008 que le llevó a involucrarse en la lucha por el medioambiente en
sentido cristiano, que es una lucha por los derechos de los más pobres. “Una
mujer de San Isidro llamó pidiendo ayuda. Decía que las excavadoras estaban en
su comunidad e iban a destruir las montañas. No comprendí porque no se había
consultado a la gente para que pudieran decir que no a la empresa minera. Sentí
que la gente me necesitaba. Nos involucramos y logramos que la empresa y su
equipo se fueran”. Y añadía: “Tras aquello más personas nos llamaron.
Comenzamos a impartir cursos sobre la importancia de la creación, a resistir a
la tala de árboles por los chinos y a hablar en contra de la destrucción que
causa la minería a gran escala”.
La hermana Stella empezó a recibir amenazas de muerte en
el año 2009 después de que ayudara a una comunidad a bloquear la entrada de
maquinaria pesada para abrir una mina. Una confrontación que llevó a que se
cancelara el permiso minero a la empresa.
En febrero de ese mismo año fue detenida, junto a otras
tres personas, una de ellas una novicia de su congregación, por el ejército
filipino en una redada en la remota aldea de Taytayan, al este de Mindanao.
Fueron acusados de ser miembros del nuevo ejército del pueblo, un grupo
rebelde, por lo que casi fueron ejecutados.
Hoy la hermana Stella sigue recibiendo llamadas de
aquellos que no tienen voz pero sufren las consecuencias de destrozar la
naturaleza