Los panameños otorgan a los agustinos recoletos la máxima
distinción del país por sus 400 años en el Istmo. El reconocimiento tuvo lugar
en la Cancillería de la República, situada en el palacio Bolívar. El prior
general, Miguel Miró, recogió la distinción Vasco Núñez de Balboa que reconoce
la aportación de los agustinos recoletos a las ciencias, las artes y las letras
a lo largo de estos cuatro siglos de presencia en el país del Istmo. El acto tuvo
lugar el pasado 5 de diciembre, coincidiendo con el día de la Recolección
Agustiniana.
La Orden de Vasco Núñez de Balboa es una condecoración
nacional de la República de Panamá otorgada a panameños distinguidos en las
ciencias, las artes y las letras, y a extranjeros a quienes el gobierno
considera acreedores a esta distinción. Se otorga a personas y no a
corporaciones, de ahí que sea especialmente significativo que desde la
Cancillería panameña ofrecieran a la Orden la posibilidad de concederla de
forma póstuma al padre Bernardino García. Con ello, según apuntan exponentes de
la Orden en aquella República, además de premiar los méritos de este fraile
recoleto que entregó parte de su vida a esta tierra, indirectamente el Estado
haría un reconocimiento a la propia Orden, que actualmente cuenta allí con una
decena de comunidades, entre las cuales destaca el importante colegio San
Agustín de la capital y el territorio misional de Bocas del Toro. No sólo eso:
dos de las ocho diócesis del país están regidas por obispos agustinos
recoletos, Mons. José Luis Lacunza Maestrojuán, obispo de David, y Mons. Aníbal
Saldaña Santamaría, prelado de Bocas del Toro. A ellos hay que añadir el nombre
de Mons. José Agustín Ganuza García, prelado emérito de Bocas.
El nombre de fray Bernardino García destaca en la
historia de los agustinos en esta nación. Fue él quien se mantuvo en pie cuando
a su alrededor morían religiosos y laicos víctimas de la fiebre amarilla, en
plena construcción del canal francés. Todos se iban. Pero fray Bernardino vio
en Panamá un sitio estratégico y decidió quedarse. Fue capellán del ejército
conservador. Atendió en su lecho de muerte al general Carlos Albán, y atendió
en sus últimas horas al líder indígena y héroe nacional Victoriano Lorenzo.
Cuando Panamá se separa de Colombia, es fray Bernardino quien bendice la nueva
bandera y, posteriormente durante siete años, desempeñará importantes cargos
nacionales en los campos de la sanidad y la educación. Al final, en 1937, la
muerte le sorprenderá en la embajada panameña en Madrid.