El pasado día 30 de noviembre, visitaba la Delegación de
Misiones de Ciudad Rodrigo Alfonso Francia, misionero natural de Barruecopardo,
que desarrolla su misión actualmente en Lima, Perú.
Según informan desde Ciudad Rodrigo se trata de un
salesiano “hasta la médula", y tras haber ocupado puestos de gran
relevancia por su profesión de periodista, (Misión Joven, Boletín Salesiano,
numerosas publicaciones en revistas y libros) decide irse como Misionero a
Perú. "Me voy a Perú, si me queréis, llamadme loco", les dijo a sus
amigos, y ellos lo hicieron, pero le apoyaron. Allí sigue activo, en sus
comunidades, incansable formador de formadores.
Junto con el Delegado, José María Rodríguez, pasó la
jornada visitando a las Teresianas, las Carmelitas, y las hermanitas de los
pobres, para, después, impartir una conferencia en el Obispado, a las seis de
la tarde. "El dedo índice no es para señalar, sino para señalarse a uno
mismo", "No soy un enviado, sino un llamado; el arte es estar en
sintonía con el Espíritu, que es como el viento que lleva al Padre, creador,
porque el Amor es Creador"; "Seamos Cristos Encarnados todos.
Misioneros donde estemos, para hacer lo mejor de nosotros". "Que
quienes nos conocen den gracias a Dios por habernos conocido, porque estamos
para Evangelizar, para bajar del monte y salir a predicar. ¿Qué hacemos mirando
el Cielo?". Y, "Si los niños, que se aburren en misa, nos vieran el
rostro feliz... si estamos convencidos que tenemos a Dios dentro, todos los
problemas de las personas son también problemas nuestros". "¿Hay
algún lugar donde Cristo puede estar mejor que en el Sagrario -la persona- de
quien realmente quiere encontrarle?". Son algunas de las frases que
impactaron a los asistentes.
Según el delegado, “sus ojos brillan cuando habla, y su
voz es potente a la hora de declarar lo que cuenta. Cómo se nota que es un gran
comunicador. Pero ante todo, se ve a la legua que predica con el ejemplo, que
está convencido de todo cuanto expresa. A sus 75 años, tiene el espíritu joven
del misionero, la alegría en la mirada, el Amor de Dios y a sus hermanos en el
alma. Dice: ‘puedo hacer más’, y nos deja con los ojos abiertos al ver qué
capacidad de trabajo muestra”.