Ayer, varios centenares de peregrinos, nos
reuníamos a los pies de la Virgen de los Remedios, en Hornachos (Badajoz), para
honrar a los misioneros extremeños que están ejercitando su misión samaritana
por los lugares más recónditos del mundo.
La hermana Alegría, misionera de
nuestra Diócesis en Hispanoamérica, junto a otros cinco misioneros, proclamando
el Credo, nos recordaba a los peregrinos algo que llena de gozo a todos los
seguidores del Maestro: “Una Buena Noticia no se puede callar. El
nombre de Jesús es la palabra más bella y más interpelante, porque esconde el
tesoro y la perla preciosa que enriquece la vida de los hombres. Y por delante,
la tarea del Reino, que se fragua en el arte de hacer felices a los
desgraciados, de hacer ricos a los pobres, de llenar el corazón de los
hambrientos de pan y de paz.
Nosotros somos hoy la boca de Jesús.
Nosotros somos el corazón de Jesús.
Nuestros pies siguen las huellas de
Jesús.
Somos apóstoles de Jesús. Y lo que
amamos: lo testimoniamos y anunciamos, porque es Buena Noticia para todos; es
el amor de Cristo el que impulsa nuestros corazones a evangelizar”.
En el mundo hay personas que están
realizando una hermosa contribución al progreso de los pueblos y de las
personas: el desarrollo científico y tecnológico así lo demuestran, ¡cuánto
bienestar hemos conseguido en las últimas décadas!
Pero el hombre tiene, además, necesidad
de satisfacer un inmenso deseo de amor y
felicidad, que late en lo más íntimo de su corazón. ¿Dónde colmar ese deseo?
Los cristianos que han descubierto en
la persona de Jesús la fuente inagotable del amor, se siente impulsado a
comunicar esa experiencia, que es, en definitiva, felicidad para todos. Ya no
se puede vivir sin Él. “¿A quién iremos?, le decía Pedro a Jesús,
sólo Tú tienes palabras de vida eterna”.
Esta es la razón por la que muchos
abandonan su casa y se enrolan en la maravillosa aventura de anunciar a
Jesucristo, allí donde aún no lo conocen. La autenticidad de la fe se verifica
en la pasión por anunciar a Jesús. Dice el Papa Benedicto XVI: “La fe, en efecto, crece cuando
se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como
experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la
esperanza y permite dar un testimonio fecundo”.
Hoy celebramos una Jornada, propuesta
por la Conferencia Episcopal Española, a favor de los misioneros que están en
Hispanoamérica. España tiene innumerables lazos culturales y económicos para mantener
abierto, permanentemente, un puente de fraternidad con aquel querido y admirado
continente. Pero es en el plano espiritual donde las relaciones son más
profundas y estrechas: allí dejaron su vida, como mártires, innumerables misioneros
españoles; allí permanecen actualmente el 70 % de nuestros misioneros; allí
marchan, cada año: sacerdotes, religiosos y seglares a compartir la riqueza de la fe. Hispanoamérica
es también nuestro hogar, donde siempre somos acogidos con cariño y gratitud. Allí
podemos entendernos, desde el primer momento, en la calidez y claridad de
nuestra lengua.
Por eso América, es una atractiva PUERTA,
SIEMPRE ABIERTA A LA MISIÓN.
Pedro Jesús Mohedano
Santibáñez
Delegado de Misiones