
Ante la elección del Papa Francisco, Inmaculada cuenta
que la noticia le pilló volviendo de un viaje a la capital. “Alrededor de las
tres de la tarde, cuando faltaban 20 kilómetros para llegar a casa, un locutor
estaba comentando la cuarta votación y a los cinco minutos dice ‘fumata blanca.
Humo claramente blanco’. Los tres que íbamos en el coche aplaudimos y rezamos
por la persona elegida, agradeciendo a Dios el sucesor de Cristo.
Cuando llegamos a casa, lo primero que hice fue encender
el televisor, no quería moverme porque quería saber quién era, pero tenía que
ir al obispado a trabajar. Fui rápido y allí estaba puesto el televisor. Los
tres sacerdotes que estaban en la Curia me invitaron a sentarme y, todos muy
quietos, encomendando a Dios a la persona elegida. Cuando empezaron a decir el
nombre, nos parecía tan familiar que no nos lo podíamos creer, nos costó
reaccionar y, después, una gran alegría. Empezaron a sonar las campanas y la
gente llamaba por teléfono, venía a saludarnos, enviaba mensajes a los móviles,
por la calle la gente se felicitaba mutuamente y de forma espontánea la gente
acudía las parroquias. Aquella tarde los templos se llenaron de fieles. Aquel
día el obispo no estaba, volvía de una reunión de obispos de la región. Al día
siguiente celebró una Misa de acción de gracias y la catedral se volvió a
llenar. Personas que no frecuentan la Iglesia estaban contentísimas. En general
se vivía una gran alegría. No había periódico que no hablase de él y que
señalara su gran sencillez.
Personalmente no sé mucho de él incluso he leído muy
poco, pero los sacerdotes y mi obispo que lo conocen dicen que es un hombre de
una profunda plegaria, muy sencillo y muy capacitado. Así como muy misionero y
generoso.
Desde hace tres años, con la gran necesidad que tiene Buenos
Aires de sacerdotes, permitió que tres sacerdotes y, este año, un diácono,
dejaran su arzobispado para trabajar en nuestra diócesis de Añatuya. Y una cosa
que pidió ya está dando sus frutos. Pidió a los argentinos que no fuéramos el
día 19 a la Misa de Coronación y que el importe de los gastos del viaje lo
diéramos a los pobres. ¡Oh! Sorpresa para mí y para el señor obispo. El viernes
atendí el teléfono y una señora de la ciudad que está a más de 1.000
kilómetros, explicando que no era católica, pero que con un grupo de amigos
había rezado por el Santo Padre, habían decidido hacer una donación a Añatuya
porque es la diócesis más pobre. Otra de las sorpresas fue que unos amigos del
obispo le regalaban la mitad que cuesta ir a Roma. El señor Obispo les dijo que
no pensaba ir. Entonces decidieron enviar el importe a la diócesis. Realmente
estamos maravillados por la acción de Dios.
Pienso que los católicos argentinos hemos de rezar el
doble por el Papa Francisco. Unimos nuestra plegaria para que el Señor esté con
él, que se deje mover por el Espíritu Santo y le acompañe siempre porque, ahora
con la euforia es fácil, lo que importa es la perseverancia”.