
“Un miércoles de ceniza 24 de febrero de 1993 llegué al
Perú. Después de unos días de regularizar documentos y de adaptación en Lima,
me dirigí a la ciudad de Ayacucho. Los primeros años los pasé en casa del
Arzobispo Mons. Juan Luís Cipriani Thorne. Tenía 49 años de edad. Mi primera
misión fue en la parroquia de Santa Rosa, cuya sede era una pequeña capilla en
honor al Señor de Arequipa: los primeros meses fui observador, viendo las
necesidades de la misma. También hay que recordar que dicha parroquia tiene dos
distritos: Tambillos y Acocro con más 60 comunidades campesinas.
La arquidiócesis había adquirido un terreno en la Ada
Arenales de 2.500 metros cuadrados para la construcción del nuevo templo
parroquial y un complejo en el que habría un comedor para niños. Este era el
primer desafío. Durante las visitas por las diferentes escuelas y colegios vi
que muchos niños se dormían por el hambre que padecían. El segundo desafío era
la salud: muchos ancianos y otras personas morían por falta de atención médica,
pues no tenían medios para comprar los medicamentos. De ahí que se pensó en la
construcción de un pequeño centro de asistencia médica y farmacia para
felicitar los medicamentos. Otro desafío era la situación de la mujer que era
muy maltratada y estaba desprotegida.
Así pues formulamos un proyecto de promoción humana a
Manos Unidas Campaña contra el Hambre a la diócesis de Tortosa. Todo el
arciprestazgo de Ulldecona y Santa Bárbara asumió el proyecto financiándolo con
120 millones de pesetas.
Se iniciaron las obras el año 1995 y se culminaron en
1996. La inauguración fue el 17 de abril, tercer domingo de Pascua. Antes
bajamos a vivir los tres sacerdotes que estábamos destinados a Santa Rosa.
Con el paso del tiempo se vio la necesidad de ayudar a
los jóvenes y crear una escuela de oficios para abrirles horizontes y darles un
futuro mejor. El Cepro se transformó en CETPRO (Centro Educativo Técnico
Productivo) con el nombre RIKCHARISUN, palabra quechua que significa
despertemos. Se inició en el año 2001. Después de 11 años de vida tenemos una
nueva infraestructura y muchos jóvenes. Este curso están matriculados más de
quinientos en las distintas especialidades: chef de cocina, cosmetología,
computación, industria del vestido, balística, repostería, etc. Además de la
formación humana ya que tenemos claro que la formación ha de ser integral.
Los primeros años fueron de organización y de impulso
para la Misión. Fue un trabajo duro y exigente. Había que organizar la pastoral
parroquial y también la red de catequistas en la zona rural. Había que preparar
catequistas y agentes pastorales. Comenzamos el año 1996 con el curso de una
semana para catequistas rurales. Después durante el año, el retiro mensual cada
tercer sábado de mes. Ahora después de tantos años se ven los frutos. La
parroquia había de transformarse, de una comunidad que sólo celebra, a una
parroquia evangelizadora. Tenía que abrirse para estar más cerca de la gente.
Por tal motivo se han constituido cinco núcleos en diversos lugares
estratégicos para hacer comunidades cristianas vivas organizándose en los
distintos ministerios. Así va desarrollándose la misión. A partir del 2007,
como Vicario de Pastoral, impulsamos la preparación del Jubileo de los 400 años
de la creación de la diócesis y se proclamó la gran misión. El 20 de Julio 2009
fue la celebración donde no pudo estar presente nuestro Obispo de Tortosa, pero
sí estuvo el actual Delegado de Misiones, Toni Borras. Después se constituyó la
Misión Continental que aquí la llamamos Misión Permanente
Desde el año 2011 ha comenzado una segunda etapa de la
Misión que es la situación actual. Como rector del Seminario y Vicario General
estoy dedicado a la formación de los futuros sacerdotes y asistiendo
mensualmente a diversas comunidades religiosas. También como Penitenciario en
la Catedral impulsamos la nueva evangelización desde la sede del perdón, desde
las 5,30 hasta las 7,30 de la tarde todos los días. El papa Benedicto nos
recordaba que el confesionario es un lugar importante de la nueva
evangelización. Uno mismo da fe y lo ratifica al ver los frutos abundantes que
se perciben en jóvenes y adultos.
Termino dando gracias a Dios en primer lugar por todo
este tiempo en que uno ha dado todo pero ha recibido mucho. Gracias a toda la
diócesis de Tortosa, gracias a tantas personas que me han ayudado con el apoyo
material y también de oración”.