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24 de mayo de 2013

Namibia, una Iglesia en el desierto y con vocaciones sacerdotales


La Iglesia de Namibia es un ejemplo de cómo las ayudas a las vocaciones dan sus frutos. Una Iglesia que cuenta con sólo tres diócesis y un único seminario, el Seminario Mayor San Carlos Lwanga de Windhoek. Y es que la apertura de este seminario el 28 de enero de 1997 marcó la diferencia e hizo que, en poco más de 15 años, la Iglesia pasara de depender única y exclusivamente de la presencia de los misioneros a tener sacerdotes namibios jóvenes y bien formados. De hecho, el ministerio de educación del país desde el 2010 da reconocimiento civil a los estudios que se imparten en el San Carlos Lwanga. La diócesis de Windhoek cuenta con 18 sacerdotes diocesanos, el triple que antes de que se abriera la institución, Keetmanshoop cuenta con dos, Rundu cuenta con tres. El número puede parecer pequeño pero surge de una población católica de apenas medio millón de habitantes, que han logrado que durante estos años el número de seminaristas nunca baje de la quincena y haya años que llegue a los 30.
Namibia es un país atípico, encima de Sudáfrica siguiendo la costa atlántica, es más grande que España y Portugal juntos pero sólo cuenta con dos millones de habitantes. El rasgo más característico del país es el desierto del Namib, que le da nombre. Los primeros misioneros llegaron en 1910. Eran Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Se establecieron en el territorio del rey Hompa Nyangana. Clemence Mbambo, un hijo de Nyangana, había ido a la escuela en Bechuanaland, la actual Botsuana, y pidió a su padre que acogiese a los misioneros oblatos, que todavía hoy siguen al lado de los fieles namibios – los tres obispos del país son oblatos y, además, tanto el l arzobispo de Windhoek como el vicario apostólico de Rundu, han nacido en Namibia.

En estos 16 años de existencia el Seminario Carlos Lwanga ha contado en todo momento con la ayuda de la Obra de San Pedro Apóstol, cuya jornada se celebra en España este próximo 28 de abril. La ayuda comenzó con la adaptación en 1997 de las instalaciones – un antiguo internado – y su ampliación en el 2001. Pero ha sido constante con una aportación económica anual que en el 2012 fue de 13.395 dólares. La esperanza es que este seminario se convierta en un semillero de misioneros, que sus seminaristas tomen ejemplo de sus formadores, porque la mayoría de ellos son indios, pertenecientes a la congregación fundada en la India de los Carmelitas de María Inmaculada. Una congregación y unos religiosos que provienen de un país que ya envía cientos de misioneros a todo el mundo.