La Iglesia de Namibia es un ejemplo de cómo las ayudas a
las vocaciones dan sus frutos. Una Iglesia que cuenta con sólo tres diócesis y
un único seminario, el Seminario Mayor San Carlos Lwanga de Windhoek. Y es que
la apertura de este seminario el 28 de enero de 1997 marcó la diferencia e hizo
que, en poco más de 15 años, la Iglesia pasara de depender única y
exclusivamente de la presencia de los misioneros a tener sacerdotes namibios
jóvenes y bien formados. De hecho, el ministerio de educación del país desde el
2010 da reconocimiento civil a los estudios que se imparten en el San Carlos
Lwanga. La diócesis de Windhoek cuenta con 18 sacerdotes diocesanos, el triple
que antes de que se abriera la institución, Keetmanshoop cuenta con dos, Rundu
cuenta con tres. El número puede parecer pequeño pero surge de una población
católica de apenas medio millón de habitantes, que han logrado que durante
estos años el número de seminaristas nunca baje de la quincena y haya años que
llegue a los 30.
Namibia es un país atípico, encima de Sudáfrica siguiendo
la costa atlántica, es más grande que España y Portugal juntos pero sólo cuenta
con dos millones de habitantes. El rasgo más característico del país es el
desierto del Namib, que le da nombre. Los primeros misioneros llegaron en 1910.
Eran Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Se establecieron en el territorio
del rey Hompa Nyangana. Clemence Mbambo, un hijo de Nyangana, había ido a la
escuela en Bechuanaland, la actual Botsuana, y pidió a su padre que acogiese a
los misioneros oblatos, que todavía hoy siguen al lado de los fieles namibios –
los tres obispos del país son oblatos y, además, tanto el l arzobispo de
Windhoek como el vicario apostólico de Rundu, han nacido en Namibia.
En estos 16 años de existencia el Seminario Carlos Lwanga
ha contado en todo momento con la ayuda de la Obra de San Pedro Apóstol, cuya
jornada se celebra en España este próximo 28 de abril. La ayuda comenzó con la
adaptación en 1997 de las instalaciones – un antiguo internado – y su
ampliación en el 2001. Pero ha sido constante con una aportación económica
anual que en el 2012 fue de 13.395 dólares. La esperanza es que este seminario
se convierta en un semillero de misioneros, que sus seminaristas tomen ejemplo
de sus formadores, porque la mayoría de ellos son indios, pertenecientes a la
congregación fundada en la India de los Carmelitas de María Inmaculada. Una
congregación y unos religiosos que provienen de un país que ya envía cientos de
misioneros a todo el mundo.