
“Me ha dado mucha alegría saber que habéis ya comenzado a
publicar un boletín de comunicación para los amigos de los misioneros de Elche.
El verano pasado estuve unos días por allí y me dio una gran alegría volver a
veros. Aunque quedan lejos en el tiempo, los dos años vividos el El-che y los
buenos amigos que conocí aquí nunca los podré olvidar”.
Y así como allí forme parte de la comunidad que dio
inicio a nuestra presencia, aquí en Corea estoy dando los primeros pasos con
otra nueva presencia. Esta nueva apertura ha si-do forzada por la expropiación
por parte del estado (para construir apartamentos de bajo coste) del que era
nuestro centro de diálogo interreligioso. Con el dinero que nos han dado como
compensación hemos comprado una tierra en las afueras de una ciudad en el
centro de corea que se llama Tejón y hemos construido una casa. Y la verdad es
que hemos salido ganando pues el lugar es muy bonito y la casa es mejor que la
anterior. No hay mal que por bien no venga.
En noviembre del año pasado hicimos la inauguración de la
casa. Yo llegué aquí en enero. Ahora estamos solo Diego Cazzolato y yo. Pero
después de dentro de un mes llegara el tercero de la comunidad, Lorenzo Tala de
Mozambique. Esta comunidad tiene como primer objetivo el diálogo
interreligioso, pero también queremos realizar otras actividades como retiros,
cursos bíblicos, pastoral juvenil. Y la casa también acogerá a nuestros
seminaristas en formación. Ahora solo tenemos a uno, Pedro, que después de un
tiempo fuera de la comunidad volverá a integrarse para prepararse para iniciar
el noviciado.
Tenemos bastantes esperanzas y Dios nos está abriendo
muchas puertas. Primero el Obispo de esta diócesis, Lázaro, que nos ha acogido
con los brazos abiertos y nos está ayudando mucho a integrarnos en la diócesis.
La gente del barrio también nos está dando muchos gestos de acogida, tanto los
que son católicos como lo de otras religiones. Como estamos apenas en el inicio
de esta nueva misión estamos dedicando mucho tiempo a ir creando relaciones.
Primero con sacerdotes y laicos católicos para después poco a poco ir
abriéndonos a la gente de otras religiones.
Claro que como la casa es nueva hay muchas cosas que
acabar de terminar y poner en orden y la verdad es que en esto dos meses la
casa es donde he tenido que invertir más tiempo y energías. La casa está
quedando muy acogedora y un grupo de hasta 20 ó 25 personas pueden hacer un
retiro u otro programa.
Otro campo de esta misión a la que dedico bastante tiempo
es a la de acompañamiento espiritual. Acompaño a un grupo de seminaristas del
seminario diocesano, a algunas religiosas, y algunos jóvenes. Me gusta mucho
esta dimensión de mi ministerio y ejercer esa paternidad espiritual es para mí
todo un regalo que Dios me ha concedido y por lo que le estoy infinitamente
agradecido.
Pues con estas pinceladas de nuestra vida que os dejo
aquí espero que os permita estar un poco más cerca a esta nueva comunidad y
esta nueva aventura”