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11 de julio de 2013

La misionera Elena Amorós, 63 años en Perú


La Delegación de Misiones de Lérida informa de la visita de la misionera Elena Amorós. Forma parte de la congregación de Santa Joaquina de Vedruna, acaba de cumplir 91 años y ha pasado 63 años de su vida misionera en Perú. Elena vive actualmente en Lima y tiene la buena costumbre de visitar cada tres años a su familia. Durante el tiempo que está en tierras catalanas aprovecha para poder estar también con sus Hermanas de congregación en Lleida y visitar la Delegación de Misiones.
Su sonrisa franca es su tarjeta de visita. Cuenta que en sus últimos años su misión se centra en escuchar a la gente que se le acerca. Tantos años al servicio de las comunidades peruanas, en escuelas, en las zonas rurales, realizando todas tareas pastorales imaginables le han puesto en contacto con muchísimas personas. Son las que ahora la buscan pidiéndole consuelo, consejo o simplemente, para reír un rato con ellas. Y la buscan a través de todos los medios, teléfono, correo electrónico, en su casa... Después de estar un rato con ella, no es extraño que lo hagan. Tiene una sonrisa y unos ojos acogedores, sus palabras son cálidas y dan serenidad, paz, confianza y esperanza.
Recuerda los inicios de su Misión, llegando a Perú en barco cuando tenía 28 años. Un lugar inhóspito, sin luz, alcantarillado ni agua corriente. Se acababa de fundar una comunidad al servicio de la educación de las niñas de la región y era necesario llevarla adelante. Después de un mes insoportable, pidiendo al Señor fuerzas para continuar, vio claro que su lugar estaba allí. Las niñas con las que convivía la enseñaron.
En cuanto a la falta de vocaciones religiosas, Elena reacciona con esperanza. Cree que las comunidades religiosas han de discernir sobre lo que el Señor desea de ellas en la actualidad. El futuro no le preocupa ya que lo importante es que las personas se planteen como servir al Reino de Dios, la forma de cómo hacerlo (desde el laicado, la familia, la vida consagrada...), ya no es tan importante. Lo que es evidente es que ante los cambios que se están produciendo no hay que tener miedo.
Cuando le preguntan cuál es el secreto para mantenerse tan joven con 91 años, dice que ayuda mucho preguntarse cada día qué quiere el Señor que haga en este mundo. Y hacerlo desde la alegría de vivir. Para ella la clave está en moverse al servicio de los demás aportando su vitalidad, viendo en cada uno un hermano a quien acoger