Desde Niamey, Níger, el misionero Josep Frígola, Padre
Blanco, nos manda su “crónica nigeriana”, como él la califica, contando la
difícil situación por la que atraviesa este país. Acaba de cumplir 72 años y 48
de misionero en África. Actualmente es el responsable del proyecto de formación
de jóvenes y adultos en CADEV-Níger.
“Desde tiempo inmemorial, abril y mayo son infernales,
siempre por encima de los 40 grados y con subidas a 45 o más. Los cortes de luz
son habituales e insoportables en esta época, es fácil de comprender ya que las
ciudades necesitan cada día más energía eléctrica y los aparatos están a tope,
le podemos añadir también una gestión deficiente... Además, por si fuera poco,
a raíz de una tormenta han caído tres torres de alta tensión.
Estamos rodeados de peligros por todos lados (Magreb,
Mali, Nigeria). En los consulados y embajadas alertaron y dieron consignas a la
gente de sus respectivos países. El gobierno callaba y no quería poner más leña
al fuego porque era como un desprestigio nacional y un cerrar puertas a los
extranjeros. En los últimos tiempos la situación ha empeorado y la inseguridad
se ha hecho dueña de unos y otros. Además hay una especie de psicosis de no
saber qué pueda pasar ni dónde. Ya no es solamente las peleas, ataques, y
muertes criminales, es que además hace un mes y medio los terroristas atacaron
una casa militar en Agadés. Un montón de muertos y heridos. Hace quince días
hubo un ataque con armas en el interior de la cárcel de Niamey. Más muertos y
la fuga de unos veinte presos, algunos terroristas. La semana pasada. Otro
ataque en Niamey aunque esta vez no hubo muertos.
Ahora, para llegar a ciertas avenidas o carreteras hay
que ir sorteando alambradas, bidones y neumáticos... Las embajadas y organismos
internacionales se han convertido en búnquers. No es la guerra pero es como si
lo fuera. Tengo miedo os inquietéis y que me pidáis que lo deje. Pero no, la
población sigue trabajando y deambula preocupada especialmente para poder
seguir ganándose la vida. Intento hacer mía también esta filosofía y continuar
con mi trabajo. Mientras no me impidan ir a Tillaberi y otros lugares para
llevar a cabo mi labor pastoral no me quedaré cerrado en casa. No os lo vais a
creer pero decirles a la policía detrás de las barreras que eres sacerdote de
la misión católica es un buen salvoconducto. Por otro lado deciros que hay más
seguridad en la capital que fuera de ella. Pienso que este tipo de inseguridad,
que es y no es, solo se puede vencer con la seguridad interior que cada
uno ha elegido en su vida”.
Cuenta este misionero la buena noticia de la ordenación
del nuevo vicario general. También el fin de los curso de educación no reglada,
de alfabetización de jóvenes y adultos. “Educar en la base, acompañar a las
personas para que crezcan como tales y sean ‘alguien’ en la vida, es lento y
costoso. No interesan demasiado los programas que promocionen un desarrollo
visible, rápido y eficaz. Hay que tener fe, creas o no en el evangelio de
Jesús. Dníger.Cat es una ONG que tiene su sede en Figueres y Barcelona. Sin
duda ella tiene fe y nos ayuda. Vosotros también lo hacéis, gracias”