La misionera de Osma-Soria, la hermana Teodora Delgado,
Hija de la Caridad, lleva 30 años en la misión de Madagascar y cuenta su
experiencia como misionera en este país y pide ayuda para “sus leproso” a sus
paisanos alcarreños:
“Fui hace 30 años con la urgencia de remplazar a una
Hermana mayor; me envió nuestra Superiora general, la Madre Lucía Rogé, sin
visado (así fue el propósito de Dios). Aunque yo había rezado por la Misión...
me puse en las manos de Dios en su Divina Providencia nunca como entonces.
Fiarme y confiarme era mi lema.
Cuanta confianza. Como flor en manos del mejor Jardinero
y con una alegría profunda de sentirme llamada y enviada por El y a través de
la Compañía y de la Iglesia a Tananarivo- Madagascar.
Sabía muy poco francés... pero me esperaba Jesús Niño en
la Pediatría... Aunque tuve que hacer frente a un imprevisto con la policía del
aeropuerto, me dieron un visado de 24 horas y me mandaron hacer el definitivo
al día siguiente. Pero todo lo viví con una fe grande y practicándola bajo la
acción del Espíritu Santo. Llegué a la misión que como os he dicho fue un
hospital, procuré seguir entusiasmada y cercana al personal, a la comunidad y,
sobre todo, a los ‘peques’.
Después fui a aprender la lengua malgache... Esto cuesta,
pero el pueblo merece el esfuerzo y enriquece la convivencia con ellos y con
otras órdenes religiosas. Después me mandaron al sur, al Androy (país de
espinas), lugar semidesértico, pero con personas alegres, muy acogedoras y
hospitalarias.
En esta nueva misión, queriendo ser misionera de
Jesucristo y de los pobres, servidora alegre había todo tipo de enfermedades:
tuberculosis, malaria, infecciones respiratorias, parásitos y lepra. Ellos me
han enseñado con su paciencia, pobreza y calor humano a reforzar la alegría de
servirles, ya que son Cristo. A veces el Señor parece que nos da alas para ir a
servir donde haga más falta (misterio de amor).
Ahora hace seis meses, me enviaron al Sur-este de la gran
Isla a la leprosería-hospital Ambatoabo (Farafangana), donde todo brota en
abundancia, hasta la malaria, por ser un clima húmedo, y la lepra con más
fuerza que en otras regiones. Por esta razón quería pediros e imploraros una ayuda
‘necesitamos alimentos para los leprosos’. Por la dignidad de cada ser humano y
también por la confianza que me inspiráis y porque es verdad que los pobres
salvan a los pobres, ellos nos ofrecen con su necesidad el poder practicar
nuestros deberes de cristianos o que el Señor Jesús continúe haciendo milagros
de salvación humano-divinos a través de nosotros.
Gracias por vuestro compartir, pues además de estimularme
y dar gracias a Dios, la carga de la pobreza se aligera y como dice San
Vicente: ‘los pobres son mi peso y mi dolor’. Nuestras vidas se transforman,
realmente nos sentimos más hermanos cuando salimos de nosotros mismos.
¡Alcarreños, no es la primera vez que colaboráis! ¡Sois generosos! Sois
semillas del Verbo con vuestras ideas y vuestro apoyo humano y de fe. He hecho
un Proyecto para leprosos o sea esta ayuda que os digo, y espero de vosotros la
generosidad de siempre, pues el amor no sabe de crisis, cuando un hermano
herido nos llama al corazón o a la conciencia, con sus necesidades más apremiantes
de vida (todas las puertas se le cierran). Seamos una puerta de esperanza, en
una palabra seamos SALIDA o solidaridad para estos enfermos discapacitados y
también estigmatizados por su enfermedad lacerante.
Quiero dar gracias especialmente a la Delegación
Diocesana de Misiones de Guadalajara y a su delegado Don Juan José, por su
generosidad económica y su apoyo espiritual para con nuestra misión y otras de
las que me consta que han recibido ayuda generosa, que Dios os bendiga y os dé
salud a vosotros y a vuestras familias y rogamos al Señor Jesús por los estáis
enfermos o con enfermedad grave”.