Las misioneras Mari Carmen Navas y Mari Sol Biencinto,
llegadas de El Cairo, Egipto, han visitado la Delegación de Misiones de Getafe
para compartir, como ellas dicen, “su aventura amorosa de Dios”. Las dos
empezaron su andadura a raíz de estar en el Instituto Seglar Pro Eclessia. Con
vocaciones distintas, una de maestra, trabajando primero en una escuela
infantil propia y, luego, enseñando en colegios públicos, y la otra, ejerciendo
su labor en una Residencia de Ancianos de Pinto.
La “aventura amorosa de Dios”, como dice Mari Carmen con
emoción en los ojos, se realiza a través de una donación de una persona que
quería fundar algo para la gente más pobre. Como tenían una hermana egipcia en
el Instituto, el obispo les pidió ir allí. Y así lo hicieron, sin saber el
idioma, con una edad no muy jovial, se lanzaron a fundar un hogar. Ellas lo
llaman “Casa de la Sagrada Familia”.
Allí recogían a gente muy, muy pobre, mayormente ancianos
aunque también paralíticos, ciegos... pero fundamentalmente gente que, cuando
ven el cariño que se les da, se van convirtiendo en otra persona. Según estas
misioneras, es increíble cómo la Divina Providencia les ha ido ayudando para
mejorar ese hogar y mantenerse. Una anécdota de las muchas vividas: “Fueron a
un pueblo a ver a unos ancianos y vieron a unas madres con niños esqueléticos y
se dijeron que esas personas necesitaban más el dinero que ellas, y se lo
entregaron. Cuando regresaron a la casa, un hombre fue a donar la misma
cantidad que habían dado en ese pueblo”.
Pero esa “aventura amorosa de Dios” llega a su fin.
Después de nueve años, la “Casa de la Sagrada Familia” se va a cerrar. Las dos
misioneras están enfermas. Mari Sol ha sufrido una operación muy difícil y
apenas puede andar, ella dice que es “la cruz de la enfermedad” y Mari Carmen
ha tenido una muerte súbita de la cual se ha recuperado, pero no está muy bien,
tiene arritmias y sus 69 años no le ayudan.
Mari Carmen, no obstante, ha vuelto a El Cairo para
distribuir a toda la gente para otros destinos, como por ejemplo a la casa de
la Madre Teresa de Calcuta. Entregará la llave y volverá. Con esa emoción con
la que cuentan su testimonio, señalan que es “otro el camino que Dios quiere
ahora”. Ellas dicen con pesar “que la gente va a El Cairo, pero no conoce su
realidad dolorosa”.
El delegado de Misiones de Getafe manifiesta su gratitud
a los misioneros que, como Mari Carmen y Mari Sol, sacan de su fe sólida y del
Evangelio la fuerza necesaria para hacer que el sufrimiento de los pobres sea
más llevadero