En Pumakos, en una zona montañosa de Papúa-Nueva Guinea,
se está construyendo un convento para las Hermanas de la Merced. Estas
religiosas llegaron allí en 1965, hace casi 50 años. Las primeras eran
australianas y se volcaron en la educación y la atención médica de los más
pequeños. La actual diócesis de Wabag que abarca estas zonas de montaña no
existía entonces, todo estaba por hacer y las condiciones en las que vivía la
población local eran terribles. Levantaron un hospital de campaña, donde
trataban desde una infección dental a casos más dolorosos.
La región es conocida en inglés como las “highlands”,
como si Escocia tuviera que ver con la increíblemente frondosa vegetación de
Papúa. Aquellas mujeres sabían adónde iban y se tomaron su nueva misión con fe
y con mucho humor, lo que les permitió superar los desafíos de vivir y trabajar
en una cultura melanesia en la que la gente, el lenguaje, todo lo que les
rodeaba eran tan diferentes.
Las Hermanas de la Merced, una congregación fundada en Irlanda,
y que llegó a Australia en la primera mitad del siglo XIX, enviaron a Nueva
Guinea nada menos que 178 religiosas desde 1956 al año 2006, en un compromiso
continuado por dar a conocer el Evangelio a través de su ejemplo de amor a los
demás. Y dejaron su huella de cariño y de vivencia del Evangelio.
Por eso cuando se han propuesto construir un pequeño
convento en Pumakos, las hermanas han visto cómo, a pesar de la falta de
medios, la gente se volcaba en ayudarlas. El coste del proyecto, 100.000
dólares, prácticamente ha sido cubierto por las gentes del lugar. Incluso un
grupo de pequeños empresarios locales ha aportado 15.000 dólares. Para
completar el proyecto también la Obra de la Propagación de la Fe, el Domund,
gracias a la generosidad de los fieles el año pasado, ha puesto otros 15.000
dólares, con lo que se completa la cantidad. Será un convento pequeño, pero que
en cada ladrillo tendrá escrita la palabra gracias.