José Adolfo Sánchez Pintor, nacido en Ciudad Real, es un
misionero de OCASHA-Cristianos con el Sur, (Obra de Cooperación Apostólica
Seglar Hispanoamericana), que está en La Paz, Bolivia, como laico misionero.
Escribe desde su misión:
“Estos días han sido de planificar, de evaluar, de
revisar, de proyectarse… Si tuviese que hacer un balance de este primer año, en
líneas generales diría que ha sido positivo, en unos aspectos más que en otros,
como no podía ser de otra manera. Si me tuviese que quedar con lo que más me ha
llenado, creo que sería el trabajo pastoral en la capilla. Llegué a una
capilla, donde tuvimos que comenzar prácticamente de cero, levantar el muro,
hacer los baños, acondicionar una sala y una cocina y donde no había
prácticamente ninguna actividad. No obstante, en este primer año, hemos tenido
35 niños y adolescentes en diferentes pastorales, catequesis, vacaciones de
verano, vacaciones de invierno, diferentes talleres, etc.
Pero el camino es largo y queda mucho por hacer,
consolidar una comunidad a la que ahora mismo no acude ninguna persona mayor,
donde no hemos conseguido celebrar regularmente misas los domingos y donde los
niños acuden solos, ahí está la misión; además de tener que implementar
mínimamente la capilla, no hay bancos, ni cuadros, ni ornamentos... Pero los
niños son fieles, hemos conseguido que sea la capilla un lugar de referencia
para ellos, donde vienen a jugar, divertirse, compartir y conocer la palabra de
Dios.
De la proyección para el próximo año, algunas cosas han
cambiado, ya no contamos con todos los agentes pastorales, pero tenemos mucha
ilusión y ganas de ofrecer lo mejor de nosotros. Más o menos quedaría así el
trabajo para el próximo año: En la capilla, seguiría como responsable, con lo
que implica: catequesis, celebraciones, actividades, etc.; en la pastoral
parroquial, centrarme más en la atención de catequistas, intentando consolidar
un grupo, que no solamente sean catequistas, sino que asuman como prioridad la
misión en una parroquia que lo necesita y la labor como laicos; y en el trabajo
con jóvenes, formación, convivencias, retiros…
En la parte ‘más social’, (aunque la pastoral aquí es
social), hemos creado un nuevo proyecto ‘Aportes para la convivencia
intercultural’, desde el Servicio Jesuita al Migrante. Con este proyecto pretendemos
abarcar a niños, adolescentes y jóvenes. Los niños a través del centro de apoyo
pedagógico, los adolescentes a través del centro juvenil y los jóvenes con
talleres en los colegios y la participación el programa Rompiendo Fronteras.
Tendremos tiempo en el año de ir hablando más del proyecto y lo que la
inmigración significa en El Alto.
De los tres yo trabajaría más con adolescentes, que se
atenderían en el centro que abriríamos en la capilla que acompaño, dos o tres
días a la semana con talleres de valores, baile, teatro, deporte, artes
plásticas y con la construcción de un invernadero, para trabajar el tema
de salud, nutrición e higiene. Y los jóvenes con talleres en los colegios,
sobre valores interculturales y colaborando en el programa Rompiendo Fronteras,
que trabaja también en Arica, Chile, y Tacna, en Perú.
Como veis los retos son tantos como la ilusión y ganas de
poder ofrecer lo mejor de nosotros mismos, de ir cada día sembrando.
El pasaje que va a iluminar el trabajo es ‘Salió el
sembrador a sembrar’, como alguien me ha dicho últimamente, muy acertadamente,
no es tiempo de cosecha sino de sembrar y, cuando uno siembra, no debe
preocuparse de nada más, Salió el sembrador a sembrar… siempre que escucho esta
frase, me imagino al sembrador esparciendo la semilla sin preocuparse de nada
más, a él le toca sembrar ahora, ya llegará el tiempo de preocuparse por la
cosecha. La actividad de sembrar es presente y no es ideología, sino vida al
estilo de Jesús, y el fruto no va a ser lo que hablemos, ni ideologicemos, sino
la vida que sembremos. Otros tendrán que cosechar”.