El misionero ovetense José Díaz Pérez, de la congregación
de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, escribe compartiendo sus
desafíos y sueños en su nueva misión en Nicaragua:
“Un cariñoso saludo desde Nicaragua, el país de los
volcanes y los lagos y, por cierto, también de muy buena gente… Aquí en
Nicaragua, llevo apenas una semanita y ya me siento ‘como pez el agua’, no
tanto por el mar que lo tengo a la vista, pues la parroquia está en la misma
línea de la playa, sino por la acogida de su gente... pobre pero muy
hospitalaria, con ganas de muchos de sus pobladores por conocer más al Señor,
para que los bendiga y los proteja en situaciones muchas veces limitados por la
falta de trabajo y pobreza.
Fui destinado a una parroquia dedicada a la Santa Cruz,
que comprende once pueblos o comunidades: Casares, la Boquita, Huehuete, en la
misma línea de playa y Sta. Rosa, Ceniza, la Trinidad, Tamarindo, Santa Lucia,
Trapiche y Buena Vista. Poblaciones en su mayoría pequeñas, pobres y llenas de
iglesias protestantes.
Trataremos con mi comunidad Comboniana de formar
comunidades vivas que sientan el encuentro personal con el Señor y cambien sus
vidas con el deseo de profundizar en el conocimiento de la Palabra de Dios, en
la frecuencia de los Sacramentos, en la Oración personal y comunitaria y en la
caridad... ya que la mayoría es muy pobre.
Pensamos crear Caritas Parroquial para ayudar a los
ancianos, muchos muy pobres, a los niños desnutridos y escolarizados antes de
tiempo por falta de recursos de material escolar; tal vez conseguir algunas
becas de estudios para jóvenes con talento, pero que por motivos económicos no
pueden seguir estudiando.
Como ven los desafíos y sueños son grandes, tanto
materiales como espirituales, pero estoy convencido que con la Providencia de
Dios y el poder del Espíritu Santo, todo saldrá adelante, de esto estoy
plenamente convencido y la experiencia misionera me lo confirma, ya que para Dios
nada, repito nada, es imposible y sabemos y ustedes saben también que para los
que creemos siempre se manifiesta su Gloria, en nuestras vidas personales y en
la comunidad.
Les cuento, que la Comunidad Comboniana de la que formo
parte desde que llegué a Nicaragua la llamamos ‘Comunidad Alargada’ ya que dos
se encuentran en la capital en Managua; los padres Pablo, de nacionalidad
alemana, y Medardo, de nacionalidad centroafricana, es decir del continente
africano, trabajan en la animación misionera, formación del clero local y la
pastoral vocacional y conmigo en la ciudad de Casares, a 70 Kilómetros de la
capital, donde se encuentra la Parroquia de ‘Santa Cruz’, está el padre Carlos,
como párroco y de nacionalidad costarriqueño; los dos trabajamos a tiempo
completo en la pastoral y acompañamiento de las comunidades. Como comunidad
misionera Comboniana nos encontramos todos los primeros lunes de cada mes, una
vez en Managua y otra aquí en Casares, para poner en común nuestras
experiencias de apostolado y de oración; es muy interesante ya que formamos la
comunicad misioneros de tres continentes y cuatro países, unidos por la
vocación misionera y el carisma de Comboni.
Que más les puedo decir…, que no sea más que bendiciones
del Señor que a lo largo de mi vida misionera y mirando desde una mirada de fe,
no es más que para darle gracias por haberme confiado esta vocación misionera,
donde veo permanentemente su Gloria en medio de los más pobres, sean estos
niños, enfermos y ancianos o simplemente gente sencilla que nos supera con su
fe, y me hacen acrecentar mi fe y gratitud en el Señor.
Ciertamente mirando atrás recuerdo sobre todo mi última
Misión en estos cuatro años en Guatemala, momentos maravillosos donde las
comunidades respondían con generosidad a las inspiraciones del Espíritu Santo y
al servicio que los combonianos ofrecíamos, especialmente a los Movimientos
Eclesiales. Como no recordar ‘La Cadena de Oración’ ‘la Renovación
Carismática’, el mismo movimiento de ADAC. ‘La Agrupación de Damas Católicas’
y, sobre todo, la escuela de ‘Casa Comboni’, los ‘Equipos de Ntra. Señora’,
etc. Viví con algunos de estos movimiento eclesiales, grandes gratificaciones
aun sabiendo, como escribía san Daniel Comboni, que ‘la Misión nace y crece a
los pies de la Cruz’.
Cuenten pues, mis queridos amigos, con mis oraciones y
crean en ellas, no porque las diga yo o mi instituto comboniano, sino por el
amor que Dios nos tiene, lleno de ternura y misericordia.
Les pido también a ustedes que recen por mí y mi
Comunidad Internacional, ya que la obra es más grande que uno mismo y las
fragilidades mayores que la misma misión, en la que solo se puede superar con
la acción y la fuerza del Espíritu Santo.
Unidos todos en la oración, les deseo en el nombre de
Jesús y por la intercesión de mamá María, bajo la advocación que ustedes
tengan, que los siga bendiciendo y que la distancia sea más para estar más
unidos en amistad y santidad”