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30 de abril de 2014

El misionero comboniano José Díaz, desde su nueva misión en Nicaragua


El misionero ovetense José Díaz Pérez, de la congregación de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, escribe compartiendo sus desafíos y sueños en su nueva misión en Nicaragua:
“Un cariñoso saludo desde Nicaragua, el país de los volcanes y los lagos y, por cierto, también de muy buena gente… Aquí en Nicaragua, llevo apenas una semanita y ya me siento ‘como pez el agua’, no tanto por el mar que lo tengo a la vista, pues la parroquia está en la misma línea de la playa, sino por la acogida de su gente... pobre pero muy hospitalaria, con ganas de muchos de sus pobladores por conocer más al Señor, para que los bendiga y los proteja en situaciones muchas veces limitados por la falta de trabajo y pobreza.
Fui destinado a una parroquia dedicada a la Santa Cruz, que comprende once pueblos o comunidades: Casares, la Boquita, Huehuete, en la misma línea de playa y Sta. Rosa, Ceniza, la Trinidad, Tamarindo, Santa Lucia, Trapiche y Buena Vista. Poblaciones en su mayoría pequeñas, pobres y llenas de iglesias protestantes.
Trataremos con mi comunidad Comboniana de formar comunidades vivas que sientan el encuentro personal con el Señor y cambien sus vidas con el deseo de profundizar en el conocimiento de la Palabra de Dios, en la frecuencia de los Sacramentos, en la Oración personal y comunitaria y en la caridad... ya que la mayoría es muy pobre.
Pensamos crear Caritas Parroquial para ayudar a los ancianos, muchos muy pobres, a los niños desnutridos y escolarizados antes de tiempo por falta de recursos de material escolar; tal vez conseguir algunas becas de estudios para jóvenes con talento, pero que por motivos económicos no pueden seguir estudiando.
Como ven los desafíos y sueños son grandes, tanto materiales como espirituales, pero estoy convencido que con la Providencia de Dios y el poder del Espíritu Santo, todo saldrá adelante, de esto estoy plenamente convencido y la experiencia misionera me lo confirma, ya que para Dios nada, repito nada, es imposible y sabemos y ustedes saben también que para los que creemos siempre se manifiesta su Gloria, en nuestras vidas personales y en la comunidad.
Les cuento, que la Comunidad Comboniana de la que formo parte desde que llegué a Nicaragua la llamamos ‘Comunidad Alargada’ ya que dos se encuentran en la capital en Managua; los padres Pablo, de nacionalidad alemana, y Medardo, de nacionalidad centroafricana, es decir del continente africano, trabajan en la animación misionera, formación del clero local y la pastoral vocacional y conmigo en la ciudad de Casares, a 70 Kilómetros de la capital, donde se encuentra la Parroquia de ‘Santa Cruz’, está el padre Carlos, como párroco y de nacionalidad costarriqueño; los dos trabajamos a tiempo completo en la pastoral y acompañamiento de las comunidades. Como comunidad misionera Comboniana nos encontramos todos los primeros lunes de cada mes, una vez en Managua y otra aquí en Casares, para poner en común nuestras experiencias de apostolado y de oración; es muy interesante ya que formamos la comunicad misioneros de tres continentes y cuatro países, unidos por la vocación misionera y el carisma de Comboni.
Que más les puedo decir…, que no sea más que bendiciones del Señor que a lo largo de mi vida misionera y mirando desde una mirada de fe, no es más que para darle gracias por haberme confiado esta vocación misionera, donde veo permanentemente su Gloria en medio de los más pobres, sean estos niños, enfermos y ancianos o simplemente gente sencilla que nos supera con su fe, y me hacen acrecentar mi fe y gratitud en el Señor.
Ciertamente mirando atrás recuerdo sobre todo mi última Misión en estos cuatro años en Guatemala, momentos maravillosos donde las comunidades respondían con generosidad a las inspiraciones del Espíritu Santo y al servicio que los combonianos ofrecíamos, especialmente a los Movimientos Eclesiales. Como no recordar ‘La Cadena de Oración’ ‘la Renovación Carismática’, el mismo movimiento de ADAC. ‘La Agrupación de Damas Católicas’ y, sobre todo, la escuela de ‘Casa Comboni’, los ‘Equipos de Ntra. Señora’, etc. Viví con algunos de estos movimiento eclesiales, grandes gratificaciones aun sabiendo, como escribía san Daniel Comboni, que ‘la Misión nace y crece a los pies de la Cruz’.
Cuenten pues, mis queridos amigos, con mis oraciones y crean en ellas, no porque las diga yo o mi instituto comboniano, sino por el amor que Dios nos tiene, lleno de ternura y misericordia.
Les pido también a ustedes que recen por mí y mi Comunidad Internacional, ya que la obra es más grande que uno mismo y las fragilidades mayores que la misma misión, en la que solo se puede superar con la acción y la fuerza del Espíritu Santo.
Unidos todos en la oración, les deseo en el nombre de Jesús y por la intercesión de mamá María, bajo la advocación que ustedes tengan, que los siga bendiciendo y que la distancia sea más para estar más unidos en amistad y santidad”