María del Prado Fernández Martín, misionera comboniana en
Isiro, en la República Democrática del Congo, cuenta cómo se han preparado para
vivir el Día Internacional de la Mujer, una fiesta en la que han participado
más de 170 mujeres de la ciudad y de los poblados cercanos a Isiro.
“Para nosotras en Isiro, República Democrática del Congo,
el Día de la Mujer ha tenido un significado especial porque ha sido un momento
de encuentro y reflexión para las mujeres de la parroquia. Lo hemos preparado y
vivido así.
El pasado mes de diciembre empecé a visitar los pueblos
para la formación de las mujeres, y ya entonces utilicé estas reuniones para
sensibilizar y fomentar su participación. Cualquier tipo de reunión era buena
para hablar sobre el tema: en las comunidades de base (C. E. B. V.), la radio
de Boboto... en todos los sitios.
Hemos llevado a cabo tres reuniones preparatorias con las
mujeres responsables de los grupos de la parroquia, para organizarse, para
saber quién podía hacer esto o aquello otro… En estas reuniones, también ha
participado el responsable del grupo de ‘protocolo’ parroquial, todos hombres,
pues fueron ellos los que se ofrecieron voluntarios para cocinar esos días.
Hemos tenido también unos encuentros con Sor Alice, religiosa congoleña, con la
señora Victorine, que es la responsable de las mujeres de la parroquia. Todas
han venido para unificar ideas, para compartir, preparar…
Se escogieron dos temas: ‘La dote’ y ‘La viuda y su
problemática’. Nos parecieron más adaptados a nuestra realidad. Pero no hemos
olvidado de tratar el tema propuesto por la ONU para este año ‘La igualdad para
la mujer es el progreso de todos los pueblos’. Y para esto preparamos un
programa en la radio Boboto que iba a emitirse el 6 de marzo por la tarde.
Desafortunadamente la radio Boboto tuvo una grave avería, pero lejos de
desalentarnos tuvimos la idea de hacer la emisión en directo, en el gran salón
donde se celebraban las reuniones, delante de todas las mujeres. ¡Fue un éxito!
Con Janvier Donda, un maestro, nos pusimos a trabajar
para hacer dos paneles que representarían los dos temas principales escogidos,
porque pensamos que las imágenes valían más que las palabras.
Finalmente llegó el día 5 de marzo. Desde la mañana
estábamos todos como pequeñas hormiguitas, cada uno en su trabajo, para acoger
a las mujeres que venían de los poblados. Algunas habían viajado 30 kilómetros
a pie para llegar a Isiro.
En total éramos 170 mujeres venidas de diferentes
sectores de la parroquia y de la ciudad de Isiro. Los hombres que prepararon la
comida eran doce. Un gran grupo y mucho trabajo para todo el mundo.
Al día siguiente iniciamos la formación con las
conferencias, los trabajos de grupo, las puestas en común. Las mujeres han
estado muy interesadas y activas. El clima que prevaleció fue el de la fiesta y
la alegría por estar juntos, y sobre todo por estar a gusto y descubrir cosas
nuevas.
Trabajamos durante los días 6, 7 y 8. Hubo momentos
intensos de reflexión, de compartir. Sin duda, uno de los momentos más
significativos fue el dedicado a las experiencias de vida. Mujeres que querían
compartir con las demás mujeres lo que sintieron cuando se quedaron viudas y
fueron sacadas de sus casas y devueltas a sus parientes por la familia del
marido fallecido, como es la tradición. Hubo momentos muy emotivos y de una
profunda humanidad.
A las ocho de la mañana tuvimos una gran Misa para todas
las mujeres. No nos hemos olvidado de tantas mujeres que, al este del país,
siguen sufriendo las consecuencias de la guerra y toda clase de violencia. Por
ellas, para no olvidarlas, no hubo desfile ni procesión, tal como les encanta a
las mujeres. Queríamos así solidarizarnos con tantas mujeres en el mundo que
viven situaciones de violencia.
Las jornadas de reflexión terminaron con una toma de
conciencia y con resoluciones concernientes a la realidad de la vida de las
mujeres. Se comprometieron a sacarlas adelante en su lugar de residencia.
Después de la comida, las mujeres, llenas de entusiasmo, iniciaron el regreso a
sus pueblos, a sus hogares.
Han sido días inolvidables y a pesar del trabajo y la
fatiga, ha sido grande la alegría, al ver lo que hemos hecho juntas. Estamos
convencidas de que todo lo que hemos sembrado, un día fructificará”.