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26 de mayo de 2014

170 mujeres de Isiro, R. D. del Congo, reflexionan sobre lo que supone ser mujer en África


María del Prado Fernández Martín, misionera comboniana en Isiro, en la República Democrática del Congo, cuenta cómo se han preparado para vivir el Día Internacional de la Mujer, una fiesta en la que han participado más de 170 mujeres de la ciudad y de los poblados cercanos a Isiro.
“Para nosotras en Isiro, República Democrática del Congo, el Día de la Mujer ha tenido un significado especial porque ha sido un momento de encuentro y reflexión para las mujeres de la parroquia. Lo hemos preparado y vivido así.
El pasado mes de diciembre empecé a visitar los pueblos para la formación de las mujeres, y ya entonces utilicé estas reuniones para sensibilizar y fomentar su participación. Cualquier tipo de reunión era buena para hablar sobre el tema: en las comunidades de base (C. E. B. V.), la radio de Boboto... en todos los sitios.
Hemos llevado a cabo tres reuniones preparatorias con las mujeres responsables de los grupos de la parroquia, para organizarse, para saber quién podía hacer esto o aquello otro… En estas reuniones, también ha participado el responsable del grupo de ‘protocolo’ parroquial, todos hombres, pues fueron ellos los que se ofrecieron voluntarios para cocinar esos días. Hemos tenido también unos encuentros con Sor Alice, religiosa congoleña, con la señora Victorine, que es la responsable de las mujeres de la parroquia. Todas han venido para unificar ideas, para compartir, preparar…
Se escogieron dos temas: ‘La dote’ y ‘La viuda y su problemática’. Nos parecieron más adaptados a nuestra realidad. Pero no hemos olvidado de tratar el tema propuesto por la ONU para este año ‘La igualdad para la mujer es el progreso de todos los pueblos’. Y para esto preparamos un programa en la radio Boboto que iba a emitirse el 6 de marzo por la tarde. Desafortunadamente la radio Boboto tuvo una grave avería, pero lejos de desalentarnos tuvimos la idea de hacer la emisión en directo, en el gran salón donde se celebraban las reuniones, delante de todas las mujeres. ¡Fue un éxito!
Con Janvier Donda, un maestro, nos pusimos a trabajar para hacer dos paneles que representarían los dos temas principales escogidos, porque pensamos que las imágenes valían más que las palabras.
Finalmente llegó el día 5 de marzo. Desde la mañana estábamos todos como pequeñas hormiguitas, cada uno en su trabajo, para acoger a las mujeres que venían de los poblados. Algunas habían viajado 30 kilómetros a pie para llegar a Isiro.
En total éramos 170 mujeres venidas de diferentes sectores de la parroquia y de la ciudad de Isiro. Los hombres que prepararon la comida eran doce. Un gran grupo y mucho trabajo para todo el mundo.
Al día siguiente iniciamos la formación con las conferencias, los trabajos de grupo, las puestas en común. Las mujeres han estado muy interesadas y activas. El clima que prevaleció fue el de la fiesta y la alegría por estar juntos, y sobre todo por estar a gusto y descubrir cosas nuevas.
Trabajamos durante los días 6, 7 y 8. Hubo momentos intensos de reflexión, de compartir. Sin duda, uno de los momentos más significativos fue el dedicado a las experiencias de vida. Mujeres que querían compartir con las demás mujeres lo que sintieron cuando se quedaron viudas y fueron sacadas de sus casas y devueltas a sus parientes por la familia del marido fallecido, como es la tradición. Hubo momentos muy emotivos y de una profunda humanidad.
A las ocho de la mañana tuvimos una gran Misa para todas las mujeres. No nos hemos olvidado de tantas mujeres que, al este del país, siguen sufriendo las consecuencias de la guerra y toda clase de violencia. Por ellas, para no olvidarlas, no hubo desfile ni procesión, tal como les encanta a las mujeres. Queríamos así solidarizarnos con tantas mujeres en el mundo que viven situaciones de violencia.
Las jornadas de reflexión terminaron con una toma de conciencia y con resoluciones concernientes a la realidad de la vida de las mujeres. Se comprometieron a sacarlas adelante en su lugar de residencia. Después de la comida, las mujeres, llenas de entusiasmo, iniciaron el regreso a sus pueblos, a sus hogares.
Han sido días inolvidables y a pesar del trabajo y la fatiga, ha sido grande la alegría, al ver lo que hemos hecho juntas. Estamos convencidas de que todo lo que hemos sembrado, un día fructificará”.