Lara Pickford-Gordon en Catholic News rinde homenaje al
padre Gerard Pantin, un misionero espiritano que dio esperanza y amor a muchos
habitantes de Trinidad y Tobago, la pequeña isla país cercana a la costa
venezolana, en frente del delta del famoso río Orinoco.
El país atravesaba una gran crisis en los años setenta y
el padre Gerard creó, como respuesta, SERVOL (Servicio de Voluntariado para
Todos), una organización para responder a las necesidades de las personas en
Laventille, uno de los barrios más deprimidos de la capital, Puerto España.
Con ochenta y cinco años de edad, el padre Pantin
fallecía el pasado 23 de junio, tras una larga enfermedad. Cuando se produjeron
los graves disturbios que amenazaron la estabilidad del pequeño país en 1970,
en las calles de Puerto España, era profesor del St. Mary’s College. Como
explicaba en una entrevista en 2004, el padre Pantin sintió entonces que tenía
que implicarse y ayudar a los jóvenes que encabezaban las violentas protestas.
“Los manifestantes venían de una zona llamada Laventille. En un momento de
locura, como he dicho muchas veces, fui un día hasta la colina, sin dinero ni
idea de lo que iba a hacer, y me acerqué a la gente y comencé a hablarles”. Lo
único que les decía: “¿Cómo puedo ayudarte?”.
Y ese sería el lema de SERVOL, que en 44 años ha ayudado
a miles de personas en Trinidad y Tobago y en el extranjero. De hecho es la ONG
más importante del país, que, entre otras cosas, tiene un colegio, cuyas aulas
llenas los hijos y nietos de aquellos jóvenes de 1970. Como el padre Pantin les
recordaba: “Esa es la base de SERVOL. Escuchar a la gente. No limitarse a
seguir adelante con ideas preconcebidas”.
El superior provincial de los padres del Espíritu Santo,
el padre Gregory Augustine, decía que el padre Pantin había sido un “verdadero
patriota” que ha contribuido de modo significativo no sólo al desarrollo de la
Iglesia sino también al de Trinidad y Tobago.
En un comunicado con motivo del fallecimiento del padre
Gerard, el primer ministro del país, Persad-Bissessar, decía que había gastado
su vida “asesorando, dirigiendo y dando esperanza a los jóvenes”, además de
demostrar cuánto puede marcar la diferencia la labor de sólo dos manos “en las
vidas de los demás”