El misionero Joaquín Garre, de los Sagrados Corazones,
cuenta la experiencia de una misa, a la luz de las velas, en Boane, al sur del
país, no muy lejos de Maputo. Una experiencia que reflejaba en su columna de la
revista 21rs.
“A la sombra de la oscuridad celebramos esta tarde–noche
la misa en la comunidad de las hermanas de los Sagrados Corazones. Las 25 niñas
del Lar Mamana Wa Kurula (Virgen de la Paz) se sientan en las esteras que las
hermanas disponen en el suelo, los demás en sillas de plástico, como el altar;
pero éste se protege con un mantel.
Por suerte, la hermana Elisabeth, nuestra alemana de los
Sagrados Corazones, ha comprado en su viaje a Europa, unas velas chinas que,
imitando una vela de cera, dan luz con su pila eléctrica. Lo bueno que tiene es
que no se apaga con el viento, aunque, siendo china, bien podría. Una misa a
oscuras, teniendo un público, digamos, moreno enfrente, a la luz de una vela
china es como celebrar en solitario. No ves las caras, pero están ahí y cantan
con ilusión.
En cualquier caso, con las mayores dificultades (esta vez
los mosquitos han tenido misericordia de nosotros, tal vez a causa de un aire
que ya es fresco), se repite el milagro que describe el Evangelio: los panes se
multiplican y no faltan peces. En la comunión sentimos que Cristo, el Resucitado,
vuelve a calentar nuestro corazón y que se confirma que no estamos solos, nunca
estaremos solos. La Iglesia que nos describen los Hechos de los apóstoles no es
muy diferente de la Iglesia que tengo delante. A veces perseguida, nacida en la
dificultad, viviendo con mucha renuncia y sacrificio y también incomprendida
por muchos. Aquí en su barrio, celebrando en la oscuridad, se entiende bien la
petición de que Jesús sea luz para nosotros, nos traiga luz al barrio y a las
oscuras chabolas.
Así empezaron las comunidades eclesiales, a la luz de una
vela, orando con una ilusión y una confianza en el Maestro envidiables,
sabiendo que nosotros no somos el centro del mundo, sino que el único centro es
Él y en Él todo tiene sentido y forma. Con Él no importan tanto lo material y
las comodidades y por Él vale la pena intentar muchas cosas que tal vez,
seguro, darán sus frutos a su tiempo”