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10 de octubre de 2014

La alegría de ser misioneros


El Domund es fiesta en la que siempre renace la alegría.
Alegría, porque alguien, desde niño, nos enseñó a descubrir los tesoros más preciosos: Dios, Jesús, los sacramentos, la Iglesia...
Alegría también, al recordar hoy la vida de los misioneros. Con sus vidas están escribiendo una de las páginas más bellas de la Iglesia. Ante nosotros están vivos e interpelantes  los testimonios de los hermanos de San Juan de Dios, fallecidos recientemente a causa del ébola.  El amor a los pobres y a los enfermos les llevó a inmolar sus propias vidas. “Nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por aquellos a quienes ama”.
Ahí están los más de 13.000 misioneros españoles, extendidos por todos los continentes, muchos de ellos padeciendo todo tipo de sufrimientos.  La experiencia del amor de Jesucristo les lleva a recorrer caminos para ir al encuentro de los pobres, aportando a la humanidad sufriente: pan para el cuerpo y la paz del Señor resucitado para el alma.
Cada uno de ellos, a través de su presencia samaritana, es fuente de alegría en los poblados, barriadas y periferias del mundo.
La misión no es una parte o un adorno de sus vidas, sino la única dimensión, el verdadero amor y motor de su existencia.
En esta jornada os invito a repasar la historia de aquellos que han partido de nuestros pueblos o arciprestazgos. Son preciosas biografías que invitan a la conversión, al encuentro con Jesucristo, a reavivar la llama de la fe y al gozo de compartir la alegría del evangelio. Para nuestros niños y jóvenes, son preciosos referentes, ante las tentaciones de una sociedad que tiende a vaciarles el alma.
El papa Francisco decía en una de sus audiencias:  “Quiero recordar la vida heroica de tantos y tantos misioneros y misioneras que han dejado su patria para anunciar el Evangelio en otros países, en otros continentes…”  Recordaba el testimonio de un cardenal brasileño, quien al contemplar la tumba de los misioneros, decía: “todos estos pueden ser canonizados ahora mismo”. Y concluía el papa: “Demos gracias al Señor porque nuestra Iglesia tiene tantos misioneros, ha tenido tantas misioneras, ¡y todavía tiene necesidad de ellos!  Quizá entre tantos jóvenes, chicos y chicas que están aquí, alguno tenga ganas de hacerse misionero, ¡que siga adelante!.
En esta jornada contemplamos a los niños  recorriendo alegres las calles,  con las huchas del Domund. Lo hacen emocionados  y  felices al  tener la oportunidad de ayudar a los misioneros. La colaboración económica generosa expresa nuestra  ofrenda  personal y el compromiso  con la evangelización del mundo. Un acontecimiento que incluye el establecimiento de  condiciones dignas para la  vida de todos los hombres.
Os invito a participar y disfrutar de la hondura y belleza del anuncio del evangelio. Lo hago recordando las palabras del Papa: "La misión es el corazón del pueblo, no es una parte de mi vida o un adorno que me puedo quitar...Es algo que no puedo arrancar de mi si no quiero destruirme.
Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo".
+ Francisco Cerro Chaves,
Obispo de Coria-Cáceres