Sudán del Sur es un país africano que estrenó su
independencia hace tan sólo tres años. Después de décadas de guerra contra
Sudán, ahora es la lucha armada entre el pueblo nuer y el pueblo dinka es la
que marca, de forma trágica, la vida de sus habitantes. Los dos grupos luchan
para obtener el control de los pozos de petróleo como una posibilidad para
tener ingresos propios.
La guerra está causando que millones de personas
abandonen sus tierras para poder continuar con vida. Estas personas se
concentran en campos de refugiados. Grandes ciudades improvisadas en medio de
la nada, atendidas por varias agencias de ayuda humanitaria.
Cuando los campos y los rebaños han sido abandonados, la
población se amontona con la esperanza de ser atendida por la ayuda
internacional. Muchos de estos campos de refugiados están promovidos por ACNUR,
la agencia de la ONU para atender a los refugiados, y son diversas las
entidades que colaboran.
Una de estas entidades es el Servicio Jesuita a los
Refugiados, SRJ. Próximamente Álvaro Sánchez, jesuita nacido en Lérida, se
integrará en un equipo para dar un empujón en la gestión de uno de estos campos
de refugiados. Álvaro tiene ya una experiencia anterior trabajando en un campo
de refugiados en la zona de los Grandes Lagos. El pasado sábado, dentro de la
comunidad jesuita de Lérida, compartió cómo está actualmente la situación del
país, cuáles son sus expectativas y cómo afronta esta nueva etapa de su vida.
Explicó que nada más llegar se pondrá a disposición del
obispo de la diócesis de acogida para tratar de poner en marcha un proyecto en
el ámbito educativo y pastoral a favor de los más vulnerables. Un proyecto que
dé oportunidad de volver a comenzar a todos aquellos que han perdido su tierra
y sus rebaños.
Cuando se le pregunta a Álvaro que se puede hacer desde
aquí, su respuesta es rápida y clara: rezar. Una de las cosas que experimentó
intensamente en su etapa anterior en África fue que notó la oración de las
personas que rezaban por él y por su Misión.
Durante su intervención hizo un llamamiento a la
colaboración, cada uno en la medida de sus posibilidades: a través de la
oración, la colaboración económica o trabajando temporalmente en el lugar