Francisco es sacerdote diocesano, misionero en
Mozambique.
Ha pasado entre nosotros un mes, reponiéndose físicamente
y, al mismo tiempo, compartiendo su experiencia misionera con algunas
comunidades de nuestra Diócesis.
Aprovechamos su presencia entre nosotros para hacerle
algunas preguntas:
¿Cómo es tu misión?
Sabie está en la provincia de Maputo (Mozambique); la
misión está situada en una zona rural.
Distribuidos en poblados tenemos alrededor de 40.000 habitantes. Para la
atención pastoral estamos dos sacerdotes.
Las actividades son las
específicas de cualquier parroquia: evangelización, eucaristía y atención a las
necesidades, con especial dedicación a los pobres, dada la situación precaria
en la que viven.
Ahora estamos embarcados, además, en dos actividades que nos
parecen muy importantes.
Atención a diez centros de salud que tenemos en un área de 3000 kms cuadrados, e iniciando escuelas infantiles, para niños de 3 a 6 años.
También tenemos un proyecto para construir viviendas para
profesores, con el fin de que se impliquen más en la enseñanza; hay muchos abandonos a
causa de las carencias que tienen.
¿Cuántos años de presencia
misionera en esa zona?
Es muy antigua la presencia de misioneros aquí, ahora se está
celebrando el 75 aniversario. Aunque se interrumpió con la guerra. Los
misioneros del IEME estamos presentes desde el 2007. Esperamos que en un futuro
próximo se puedan hacer cargo de la misma los sacerdotes nativos.
¿Qué porcentaje de católicos
hay?
En Mozambique está en torno al 15 o 20 por ciento. Quizás en
nuestra zona es un poco más alto.
Hay mucha gente que, sin estar bautizada, se sienten muy
implicada en la vida de las comunidades.
¿Se da la poligamia?
Sí es lo habitual. Las tradiciones pesan mucho en África.
¿Qué te aporta la misión?
Algo que siempre se dice, pero es una sencilla verdad y lo digo
con el corazón: recibo más de lo que doy.
Recibo alegría, como anuncia el Domund de este año. Soy un granito de arena en un lugar donde hay
mucha gente que sufre, construyendo un futuro mejor.
Aprendo mucho del entusiasmo de la gente que, en medio del
sufrimiento y de los problemas manifiestan alegría y optimismo.
¿Qué labor desempeñan los
catequistas?
Los tenemos superatareados. De lunes a viernes, e incluso el fin
de semana, nos acompañan a reuniones, a veces en lugares lejanos. Son los que van a
continuar animando el futuro de la Iglesia. Imparten la catequesis y acompañan
la vida de la comunidad, especialmente, en la muerte de las personas; ellos llegan a
donde nosotros no podemos.
¿Qué se siente al regresar a
España?
Un ambiente radicalmente diferente.
No me gusta hacer comparaciones, pero uno se queda sorprendido:
nos quejamos a pesar de todo lo que tenemos.
Allí reina la alegría: con muy poco, cuánto se disfruta. Es algo que
deberíamos aprender de ellos: a disfrutar de lo que tenemos y aprender a
compartir y vivir con más optimismo y menos seguridades.
Gracias, Paco.
Que Dios te bendiga.