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18 de noviembre de 2014

Daniel Cerezo misionero en China

“El misionero tiene que ser como el bambú” contó el misionero Daniel Cerezo en la presentación de su libro "Pinceladas. Desde China con amor"


Un “misionero sólido e imponente”, que “lleva la humildad comboniana en su alma”, “una persona discreta con un camino espiritual muy acrisolado”, fueron las expresiones con las que Raúl Mayoral, Antonio Rendón y el padre Gerardo del Pozo, se refirieron al padre Daniel Cerezo, misionero comboniano en China, que presentó el jueves en la Universidad CEU San Pablo, su libro “Pinceladas. Desde China con amor”, de CEU Ediciones.

El director gerente de la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria; el secretario general de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y el consiliario del Centro de Madrid de la ACdP arroparon al misionero en este acto, que contó también con la presencia de Ana Rodríguez, directora de CEU Ediciones.
El “padre Xie”, que confesó no estar acostumbrado “a presentar un libro y menos uno propio”, explicó que su intención al escribir el libro era “compartir el trasfondo de lo que se cuece en China” y “el manantial” que le inspira. Su deseo al ofrecer estas “pinceladas, apenas perceptibles en el gran cuadro de la misión en China”, es sobre todo que el lector encuentre “al pintor, que es Jesucristo”.

Cerezo se refirió a tres palabras claves para él: “tienda”, “Jericó” y “bambú”. La “tienda” y la “maleta”, que con tanta frecuencia tiene que preparar (en los últimos 13 días que estuvo en China durmió en 7 lugares distintos), representan la “itinerancia”, le ayudan a centrarse en lo esencial, en “Cristo y el deseo de llevarlo a los demás”; le hacen recordar que el misionero es un “ave migratoria”, que está siempre de paso; y le permiten comprender que “en China no hay un sitio donde cobijarse”, aunque ha encontrado algunos “nidos”.
“Jericó” es “la ciudad aparentemente infranqueable antes de llegar a la tierra prometida” y China es su Jericó: “al cruzarla, me encuentro sin seguridades y con una iglesia de la incertidumbre, del trabajo oculto, de los marginados, etc.”. Para el padre Cerezo, China “es la asignatura pendiente de la Iglesia”, aunque la Iglesia es en China “un elemento de reconciliación”.

El “bambú” es una planta “fuerte”, que “persevera hasta que empieza a crecer” (está 5 años bajo tierra y luego crece en 5 ó 6 semanas), dos características que el misionero debe tener. “El misionero no percibe los frutos a la carta que todo el mundo ansía”, pero se “encuentra con Cristo Crucificado, que es el que hace crecer la semilla”. No obstante, el padre Cerezo ve “signos esperanzadores”, como “los 20.000 bautizos que se producen cada año en Pascua”.

Misioneros Españoles
En el diálogo que mantuvo con los asistentes a la presentación del libro, el misionero se refirió al papel esencial de la mujer en la evangelización en China, y muy especialmente, al de las religiosas, que están dando “un testimonio fundamental” y enseñan a los teólogos a “bajar a Dios de la hornacina y meterlo en el barro”, porque ellas están “tocando lo último de la sociedad: los huérfanos, los niños con sida, los leprosos…”.
“En la Iglesia en China, el papel de la mujer es fundamental, porque es fundamental en el Evangelio”. En este contexto, el sacerdote recordó la centralidad de la Virgen en la Historia de la Salvación, y comentó que “la devoción a María es tremenda en toda China”, tal vez porque es un país que ha sufrido “en todos los tiempos”.
Sobre la situación de la Iglesia en China, en la que convive la Iglesia Patriótica (oficial y aceptada con el Gobierno), con la Iglesia perseguida, el misionero mostró una foto en la que dos sacerdotes de una y otra iglesia posan sonriendo, y dijo que cuando le piden impartir Ejercicios Espirituales no pregunta a los sacerdotes a cuál pertenece cada uno, sino que “los abraza” a todos. En este sentido, comentó que ambas tienen al Gobierno encima, para unos porque el personal gubernamental campea a sus anchas, y para otros, porque en cualquier momento pueden ser sorprendidos por él.

Finalmente, y respecto a la redacción del libro, Daniel Cerezo dijo que son “pinceladas fraguadas en los tiempos muertos” (muchos debido a los viajes en un país gigante), en las que también ha usado “el humor y la ironía” y que está lleno de la “referencia misionera”, que es “la que llenó y mueve mi vida”.
“Un buen púlpito”, califico el misionero su libro, que su editora, Ana Muñoz, calificó como “un libro que ayuda a vivir, el máximo a lo que se aspira al editar un libro”.