Jornada de la Infancia Misionera
Esta mañana me he levantado y me he duchado, además
el agua estaba calentita… Muchos niños del mundo no saben lo que es una ducha.
Sólo se asean bien si tienen un río cerca o cuando llueve.
Después
he desayunado café y algunas galletas, también tenía mermelada y mantequilla, pero
a esa hora no tenía ganas de comer… Millones de niños no saben qué es
desayunar; sólo toman una comida al día y no muy buena.
Después
he salido a la calle y he contemplado cómo los niños de Cáceres, con sus
preciosas mochilas, se dirigían al colegio...Millones de niños no tienen
escuelas y, lo que es peor, muchos trabajan desde pequeñitos o son explotados
en tareas que ofenden su dignidad. Otros, a causa de las guerras, han tenido que
abandonar su hogar y marchar al exilio.
Sobre
la mesilla de mi habitación tengo una Biblia, la abro y me encuentro, de golpe,
con estas palabras de Jesús: “cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos
pequeñitos, a mí lo hicisteis”.
El papa Francisco, cuando celebró la Misa en la Iglesia de
Belén, proclamó:“Todavía hoy muchos niños son explotados, maltratados, esclavizados, objeto
de violencia y de tráfico ilícito. Demasiados niños son desplazados,
refugiados, a veces ahogados en los mares, especialmente en el Mediterráneo. De todo ello nos avergonzamos delante de Dios,
el Dios que se ha hecho Niño… ¿Quiénes somos ante Jesús y ante los niños de hoy?
Somos como María y José que se ponen al lado de Jesús?, ¿o somos como Herodes,
que desea eliminarlo…?
En el
Cartel de la Jornada de la Infancia aparece una linda imagen: un grupo de
niños construyen un gigantesco corazón.
Proceden de distintos continentes. Han buscado escaleras, brochas y pinturas.
Cada uno realiza una tarea distinta y, lo más significativo, ¡están alegres!
ESTÁN ALEGRES:
Porque “son uno de ellos”, de los amigos de
Jesús, están dibujando un corazón colosal, invitando al amor.
Porque “son
uno de ellos”, se desviven para que en ese corazón quepan todos los niños del
mundo.
Porque “son uno de ellos”, arriman el hombro, invitando a toda la
humanidad a ser solidarios.
Porque “son uno de esos”, todos los días rezan por los niños del mundo y
comparten con ellos (ahí está su Hucha del
Compartir): “obras son amores y no buenas razones”.
Porque “son uno de ellos”, imitan a los misioneros, anunciando con sus cantos y con su ejemplo, que Jesús es
la alegría del mundo.
Hace 172 años monseñor Forbin-Janson, conmovido por las
noticias que le llegaban de China sobre la situación de la infancia en aquel
inmenso país, confió en los niños de su diócesis para ofrecer una respuesta. Y
los pequeños no defraudaron: respondieron con un entusiasmo fantástico. Aquel protagonismo de los niños en la
animación misionera se convirtió en una impetuosa marea solidaria, que fue
traspasando fronteras, y entusiasmando a
los niños de todo el mundo.
La infancia misionera ha ofrecido
frutos admirables: abundantes vocaciones, la vida de los misioneros tiene un
magnetismo especial; conciencia de ser protagonista en la Iglesia, con vocación
de “salida” y sentido de universalidad, y ha creado un río
de solidaridad a favor de la infancia desfavorecida del mundo en el corazón de
los niños.
Pedro Jesús Mohedano Santibáñez, Director Diocesano OMP