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21 de enero de 2015

25 de enero, JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA

Jornada de la Infancia Misionera




Esta mañana me he levantado y me he duchado, además el agua estaba calentita… Muchos niños del mundo no saben lo que es una ducha. Sólo se asean bien si tienen un río cerca o cuando llueve.
         Después he desayunado café y algunas galletas, también tenía mermelada y mantequilla, pero a esa hora no tenía ganas de comer… Millones de niños no saben qué es desayunar; sólo toman una comida al día y no muy buena.
         Después he salido a la calle y he contemplado cómo los niños de Cáceres, con sus preciosas mochilas, se dirigían al colegio...Millones de niños no tienen escuelas y, lo que es peor, muchos trabajan desde pequeñitos o son explotados en tareas que ofenden su dignidad. Otros, a causa de las guerras, han tenido que abandonar su hogar y marchar al exilio.

         Sobre la mesilla de mi habitación tengo una Biblia, la abro y me encuentro, de golpe, con estas palabras de Jesús: cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis”.

         El papa Francisco, cuando celebró la Misa en la Iglesia de Belén, proclamó:“Todavía hoy muchos niños son explotados, maltratados, esclavizados, objeto de violencia y de tráfico ilícito. Demasiados niños son desplazados, refugiados, a veces ahogados en los mares, especialmente en el Mediterráneo.  De todo ello nos avergonzamos delante de Dios, el Dios que se ha hecho Niño… ¿Quiénes somos ante Jesús y ante los niños de hoy? Somos como María y José que se ponen al lado de Jesús?, ¿o somos como Herodes, que desea eliminarlo…?
        
         En el Cartel de la Jornada de la Infancia aparece una linda imagen: un grupo de niños  construyen un gigantesco corazón. Proceden de distintos continentes. Han buscado escaleras, brochas y pinturas. Cada uno realiza una tarea distinta y, lo más significativo, ¡están alegres!

ESTÁN ALEGRES:
Porque “son uno de ellos”, de los amigos de Jesús, están dibujando un corazón colosal, invitando al amor.
Porque  “son uno de ellos”,  se desviven para  que en ese corazón quepan todos los niños del mundo.
Porque “son uno de ellos”,  arriman el hombro, invitando a toda la humanidad a ser solidarios.
Porque “son uno de esos”,  todos los días rezan por los niños del mundo y comparten con ellos (ahí está su Hucha del  Compartir): “obras son amores y no buenas razones”.
Porque “son uno de ellos”,  imitan a los misioneros, anunciando  con sus cantos y con su ejemplo, que Jesús es la alegría del mundo.

         Hace 172 años monseñor Forbin-Janson, conmovido por las noticias que le llegaban de China sobre la situación de la infancia en aquel inmenso país, confió en los niños de su diócesis para ofrecer una respuesta. Y los pequeños no defraudaron: respondieron con un entusiasmo fantástico. Aquel protagonismo de los niños en la animación misionera se convirtió en una impetuosa marea solidaria, que fue traspasando fronteras, y entusiasmando  a los niños de todo el mundo.

         La infancia misionera ha ofrecido frutos admirables: abundantes vocaciones, la vida de los misioneros tiene un magnetismo especial; conciencia de ser protagonista en la Iglesia, con vocación de  “salida” y  sentido de universalidad, y ha creado un río de solidaridad a favor de la infancia desfavorecida del mundo en el corazón de los niños.

Pedro Jesús Mohedano Santibáñez, Director Diocesano OMP