ha dirigido a los niños, con motivo de la Jornada Pontificia de la Infancia Misionera, la siguiente carta:
“En vísperas de Navidad la
Delegación de Misiones lanza, cada año, la Campaña de Sembradores de Estrellas,
de la que sois protagonistas los niños. La fiesta de la Epifanía, que acabamos
de celebrar, nos invitaba a estar atentos, como los Magos de Oriente, a las
estrellas que, a lo largo del año, Dios hace lucir en nuestras noches con
guiños amorosos, como incitación y llamada.
En medio de un mundo muchas veces
tenebroso, los niños hacéis de la Jornada de la Infancia Misionera una fiesta
con mucha luz. Una fiesta que anuncia y prepara un mundo más claro y mejor,
porque los niños habéis logrado tejer una gran red de solidaridad hasta otros
niños que sufren hambre, enfermedad, explotación laboral; niños que son
víctimas de la guerra o viven en la calle.
Los niños, que sois profundamente
sensibles, habéis entendido la llamada de Jesús a ser misioneros al contemplar
los ojos tristes de otros muchos niños. ¿Verdad que para descubrir el horror de
la guerra, la injustica o el hambre, no necesitáis preguntar? Os basta con
mirar a los ojos de los niños que lo están sufriendo; sus ojos lo dicen todo.
La obra del Infancia Misionera
empezó hace más de 180 años. Fue iniciada por un obispo francés, impresionado
por lo que contaban los misioneros sobre la dramática situación de las poblaciones
y, especialmente, sobre la situación de los niños. Son muchos los millones de
niños y niñas de los países pobres que, desde entonces, se han beneficiado y se
benefician, día tras día, de la ayuda de los niños cristianos. Han sido
incontables los hospitales, orfanatos, centros de salud y escuelas que se han
levantado con la generosidad de los niños misioneros. Las cifras concretas, que
no son cifras para la propaganda, pueden consultarse en los documentos de las
Obras Misionales. Uno se queda asombrado al ver lo que sois capaces de hacer
los niños.
El cartel de este año representa a
un grupo de niños en acción: están construyendo un gran corazón. Son niños de
distintos países, con rostros sonrientes porque se sienten alegres en esa
admirable tarea. El corazón, como sabéis, es expresión del amor que ha de
reinar en la humanidad. Todos estamos llamados a arrimar el hombro para hacer
una humanidad donde realmente haya un solo corazón. La frase que se lee sobre
el corazón es preciosa, interpelante. Dice: ‘Yo soy uno de ellos’.
Queridos niños: ¿Queréis, de
verdad, ser promotores de paz, ser sensibles ante la injusticia, rechazar toda
forma de violencia, desterrar de vosotros el egoísmo, compartir con los más
pobres, abrir vuestro corazón con confianza al Dios que es Amor y pedirle cada
día un mundo nuevo y mejor para todos los niños del mundo? Si es así, vosotros
‘sois uno de ellos’. ¡Enhorabuena!.
Queridos padres, párrocos,
catequistas y educadores: El descenso en las cifras de lo recolectado el Día de
la Infancia Misionera en los últimos años puede ser consecuencia de la crisis
económica. En cualquier caso, que los encargados de promover la Jornada y de
hacerla llegar a los niños no perdamos tensión y entusiasmo. Os invito, pues, a
prestar todo el interés a esta Jornada que, por sí misma, es profundamente
educativa y evangelizadora. Que vuestra familia, vuestra parroquia, vuestra
catequesis, vuestro colegio pueda decir también con toda verdad: ‘Yo soy uno de
ellos’.
Con mi afecto y bendición”.
+Ciriaco Benavente Mateos
Obispo de Albacete