El misionero español de la Consolata, Manolo García
Candela, escribe desde la ciudad de Tartagal, al norte de Argentina, en la
provincia de Salta, sobre el nuevo Papa Francisco y la repercusión que ha
tenido la noticia entre las gente de la misión.
“En primer lugar decirles a todos que ha sido conmovedor
escuchar su nombre. Todos hemos gritado a una voz, nos hemos levantado y nos
hemos abrazado felicitándonos unos a otros. Había lágrimas de alegría por este
acontecimiento histórico tan importante para la Iglesia universal como para la
Iglesia Argentina.
Sólo con escuchar el nombre elegido: FRANCISCO y sabiendo
cómo es el Cardenal Bergoglio, se percibe en ello un claro proyecto de vida que
sin duda marcará su pontificado. La sencillez y claridad de entrada
presentándose como el nuevo obispo de Roma, ésa era la finalidad del Cónclave.
Pastoralmente da a entender el comienzo de un nuevo camino de obispo y pueblo,
aclarando que la Iglesia de Roma es la que preside en la caridad a todas las
iglesias, subrayando que es un camino de hermandad, de amor y confianza entre
nosotros. Logró crear un clima de oración y silencio: Oró en primer lugar por
el obispo emérito de Roma. Después pidió que oraran los unos por los otros, y
por todo el mundo para que haya una gran hermandad y antes de impartir la
bendición pidió que oraran en ese mismo momento por él, inclinándose con
humildad ante el pueblo santo de Dios presente en la Plaza de San Pedro.
Es un hombre sencillo, un hombre de fe, con espíritu
evangelizador y cercano a los pobres. Así lo ha manifestado en Buenos Aires
cuando viajaba en metro o en autobús y cuando alzaba su voz defendiendo a los
más pobres y marginados a la luz de las bienaventuranzas. El nombre Francisco
es todo un programa de vida y pontificado encarnado en el nuevo papa. Dios ha
bendecido a su Iglesia, a su Pueblo y en esta ocasión el Espíritu Santo ha
elegido a un hombre santo, sensible a la voz de Dios y a la voz de su pueblo”.