Luis Sandalio Corral cuenta su experiencia como
voluntario misionero en Guatemala donde ha compartido el trabajo y el día a día
con el misionero Pedro Jaramillo.
“En Guatemala, la parroquia de D. Pedro tiene más de cien
mil habitantes. Con las personas de la parroquia he pasado la mayor parte del
tiempo es una zona de muchas familias jóvenes y muchos niños, gente humilde y
sencilla, que comparte todo lo que tiene e incluso el corazón, personas de paz
y amor, alegres y sonrientes, muy religiosos y de mucha fe; las misas muy
concurridas, participativas y alegres incluso las de días laborables, las 4
iglesias se llenaban de gente joven y niños: San Juan de la Cruz, San Elías,
Santa Edith y Santa Elena.
Afectivamente, no tiene que ver nada esa tierra
Guatemalteca con la nuestra. Las gentes son de corazón más ardiente y sincero
que nosotros. No existen rencores, ni envidias, ni odios ni habladurías.
Siempre están alegres, felices, contentos incluso los que tienen poco o no
tienen nada. Son gentes que aman a los que les rodean y se hacen querer, Te
abren todas sus puertas y te acogen como si fueses de la familia; todos se
saludan y te saludan cariñosamente.
Todas las mañanas y muchas tardes las pasé ayudando a las
Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta con los niños y las
personas mayores en la Casa Hogar, en los basureros y en los barrancos. Viendo
como las religiosas tan jovencitas se dejan la piel ayudando, recogiendo y
conviviendo con todas las personas que no tienen nada ni tienen a nadie,
incluso con los niños y jóvenes enfermos terminales de sida.
Muchos de los que asistíamos piensan en comer hoy, mañana
Dios dirá. La pobreza enseña a amar más a las personas que a los bienes
materiales. Aquí estamos más solitarios y más concentrados en nuestras propias
cosas, el tener por el tener, aunque no nos haga falta.
En la Parroquia, por la tarde con los cursos de
alfarería, las misas, la convivencia con los que participan en las misas que
hay muchos y los sábados en reuniones y dinámicas con los grupos de acólitos,
monaguillos, catequistas, lectores, músicos, cantores, comunidades laicales,
liturgia, caritas, ministros de la comunión, etc.
Don Pedro es un todo terreno, publicando infinidad de
libros, preparando documentos para la Conferencia Episcopal, dando conferencias
en México, Guatemala... Cursos de formación para agentes de pastoral diocesanos
los primeros sábados de mes. A esto, asisten alrededor de cuatrocientas
personas, asistí a uno y estuvo de pié explicando y sin papeles más de cuatro
horas seguidas sin parar, también dirige un programa de televisión todos los
lunes, la parroquia, las misas en inglés a las monjitas, los 87 niños que tiene
a comer y a estudiar en la casa parroquial y 28 universitarios a pensión
completa que no tienen medios materiales ni económicos.
El padre Ezequiel que además de sacerdote vale para todo,
hace de electricista, fontanero, mecánico, albañil. Un compañero excepcional y
buen amigo con todo el mundo.
Esta experiencia ha sido maravillosa, me ha venido muy
bien, aunque me vine en todo lo mejor, al empezar el curso, pero aunque des el
corazón entero siempre se recibe más que se da, se aprende a valorar muchas
cosas que no valoramos y se viven realidades que no podríamos soñar.